sábado, 18 de diciembre de 2010

LA INSEGURA SEGURIDAD DEMOCRÁTICA: NÉSTOR RAÚL CORREA EN EL MUNDO

http://www.elmundo.com/sitio/noticia_detalle.php?idedicion=1961&idcuerpo=1&dscuerpo=Secci%F3n%20A&idseccion=3&dsseccion=Opini%F3n&idnoticia=167761&imagen=071208091228nestor.jpg&vl=1&r=opinion.php




Eclipse
La insegura seguridad democrática
Nestor Raúl Correa H
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Con las revelaciones de Wikileaks empieza a salir a la superficie una verdad incontrastable: la “política” de seguridad democrática del ex presidente Uribe no fue una política sino un improvisado arrume de iniciativas indignas, incoherentes, caóticas y cínicas.

Lo indigno: Uribe le ofreció las bases militares a los gringos, sin que éstos las pidieran. También se les solicitó a los gringos una acción directa para rescatar a sus tres secuestrados, suponemos que sobre el territorio nacional. Y el gobierno Uribe rendía cuentas a la embajada norteamericana como quien habla con el patrón, en acto verdaderamente antipatriota. Ese “diálogo” lo han tenido todos los gobiernos, y es legítimo, pero no se conocía ese desfile individual de sapos infieles. En otro tiempo todo esto se llamaba “vendepatria”. Pero hoy se llama globalización.
Lo incoherente: Uribe trató de terrorista a todo el que promovía el diálogo con las Farc y aún a los amigos del simple intercambio humanitario. Pero por la espalda él intentó un diálogo en Suecia con esas mismas Farc. Hay allí una doble moral: dialogar con la guerrilla es malo y bueno al mismo tiempo. Si lo hace otro es un terrorista; si lo hace él es un acto patriótico.

Lo caótico: el entonces ministro de Defensa, y hoy presidente, o sea Santos, al igual que Silva su sucesor, veía mal al general Padilla. También a Arango Bacci. Washington veía mal a la secretaria privada de Silva. El ex vicepresidente Francisco Santos veía mal la tolerancia de Uribe ante la gravedad del tema de las chuzadas del DAS. El inspector general del Ejército, general Suárez, veía mal todo. No había comunicación institucional. Todo era rencillas y desconfianzas personales.

Lo cínico: Uribe todo el tiempo estaba “viendo el éxito militar en términos de bajas”, a pesar de las advertencias del inspector general del Ejército sobre los mal llamados “falsos positivos”, verdaderos y cobardes asesinatos de inocentes. Las investigaciones internas sobre el tema eran obstruidas por los oficiales. La derecha radical, con militares como Rito Alejo del Río y civiles como Fernando Londoño, reproducidos en la opinión pública por Yamhure, Hernández (Saúl, no Salud) y Rangel, entre otros, justificaba o defendía estas actitudes. Al principio el gobierno dijo que era una campaña de desprestigio de ONG de izquierda. Pero ante la evidencia de los hechos pasó a decir que eran unas pocas manzanas podridas. Finalmente la realidad es que pareció una política institucional patrocinada o al menos tolerada desde arriba. En otro tiempo hubo un dictador que decía: “vayan fusilando mientras llega la orden”. Eso es cosa del pasado. En el gobierno anterior la consigna fue: “vayan fusilando y maquillando los muertos como si fuese necesaria la orden”. El cinismo, la inmoralidad y la asquerosidad de los falsos positivos sobrepasa todo antecedente de crueldad. Y eso duró ocho años, por el afán del número 1 de mostrar resultados. Cinismo puro y duro.

El gran mérito de Uribe como presidente fue su política de seguridad democrática, que buscó devolverle al país la fe en las condiciones de convivencia y en la derrota de una guerrilla furiosa y envalentonada. Pero al ver las entrañas de esta política indigna, incoherente, caótica y cínica, uno se pregunta si nos gobernó un presidente o un loquito.

LA INSEGURA SEGURIDAD DEMOCRÁTICA: NÉSTOR RAÚL CORREA EN EL MUNDO

http://www.elmundo.com/sitio/noticia_detalle.php?idedicion=1961&idcuerpo=1&dscuerpo=Secci%F3n%20A&idseccion=3&dsseccion=Opini%F3n&idnoticia=167761&imagen=071208091228nestor.jpg&vl=1&r=opinion.php




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Lo indigno: Uribe le ofreció las bases militares a los gringos, sin que éstos las pidieran. También se les solicitó a los gringos una acción directa para rescatar a sus tres secuestrados, suponemos que sobre el territorio nacional. Y el gobierno Uribe rendía cuentas a la embajada norteamericana como quien habla con el patrón, en acto verdaderamente antipatriota. Ese “diálogo” lo han tenido todos los gobiernos, y es legítimo, pero no se conocía ese desfile individual de sapos infieles. En otro tiempo todo esto se llamaba “vendepatria”. Pero hoy se llama globalización.
Lo incoherente: Uribe trató de terrorista a todo el que promovía el diálogo con las Farc y aún a los amigos del simple intercambio humanitario. Pero por la espalda él intentó un diálogo en Suecia con esas mismas Farc. Hay allí una doble moral: dialogar con la guerrilla es malo y bueno al mismo tiempo. Si lo hace otro es un terrorista; si lo hace él es un acto patriótico.

Lo caótico: el entonces ministro de Defensa, y hoy presidente, o sea Santos, al igual que Silva su sucesor, veía mal al general Padilla. También a Arango Bacci. Washington veía mal a la secretaria privada de Silva. El ex vicepresidente Francisco Santos veía mal la tolerancia de Uribe ante la gravedad del tema de las chuzadas del DAS. El inspector general del Ejército, general Suárez, veía mal todo. No había comunicación institucional. Todo era rencillas y desconfianzas personales.

Lo cínico: Uribe todo el tiempo estaba “viendo el éxito militar en términos de bajas”, a pesar de las advertencias del inspector general del Ejército sobre los mal llamados “falsos positivos”, verdaderos y cobardes asesinatos de inocentes. Las investigaciones internas sobre el tema eran obstruidas por los oficiales. La derecha radical, con militares como Rito Alejo del Río y civiles como Fernando Londoño, reproducidos en la opinión pública por Yamhure, Hernández (Saúl, no Salud) y Rangel, entre otros, justificaba o defendía estas actitudes. Al principio el gobierno dijo que era una campaña de desprestigio de ONG de izquierda. Pero ante la evidencia de los hechos pasó a decir que eran unas pocas manzanas podridas. Finalmente la realidad es que pareció una política institucional patrocinada o al menos tolerada desde arriba. En otro tiempo hubo un dictador que decía: “vayan fusilando mientras llega la orden”. Eso es cosa del pasado. En el gobierno anterior la consigna fue: “vayan fusilando y maquillando los muertos como si fuese necesaria la orden”. El cinismo, la inmoralidad y la asquerosidad de los falsos positivos sobrepasa todo antecedente de crueldad. Y eso duró ocho años, por el afán del número 1 de mostrar resultados. Cinismo puro y duro.

El gran mérito de Uribe como presidente fue su política de seguridad democrática, que buscó devolverle al país la fe en las condiciones de convivencia y en la derrota de una guerrilla furiosa y envalentonada. Pero al ver las entrañas de esta política indigna, incoherente, caótica y cínica, uno se pregunta si nos gobernó un presidente o un loquito.