domingo, 30 de enero de 2011

"Cuando la política es asexuada...", interesante reflexión de María Jimena Duzán en la revista Semana

Cuando la política es asexuada...

Por María Jimena Duzán
OPINIÓNEsos jóvenes políticos temen comprometerse a emitir juicios de valor y navegan en una cómoda neutralidad para que nadie se moleste.
 
 
http://www.semana.com/noticias-opinion/cuando-politica-asexuada/150975.aspx
 
Sábado 29 Enero 2011
Desde hace unos años vengo detectando la aparición de unos políticos que han puesto de moda la pragmática tesis de que para hacer política no se necesita tener ninguna ideología ni recurrir a ninguna teoría. Son políticos aguados, neutros, que siempre están al margen de los grandes temas del país porque no quieren que se les ubique en ningún espectro.

No se esfuerzan por tener una opinión formada de nada que les imponga asumir una posición; se distinguen por que todos ellos consideran que para ser un candidato a concejal, a alcalde o a gobernador lo que se necesita es tener las dotes de un gerente -¿para qué mas?-, y aunque casi todos ellos tienen cierto sex appeal personal innegable, son asexuados en política.

Los más preclaros representantes de esta nueva élite son Enrique Peñalosa y Sergio Fajardo. Los dos se han definido siempre como gerentes de la cosa pública y tanto el uno como el otro se ufanan hasta hoy de haber sido los únicos políticos que en los ocho años de gobierno de Uribe no se enfrascaron en la polarización que dividió al país entre uribistas y antiuribistas. "Yo no soy ni antiuribista ni uribista" fue la frase cumbre de Sergio Fajardo que deja al descubierto el talante de estos políticos que se autoarropan también bajo el calificativo de "independientes", aunque en realidad no lo sean. (Y no lo son, porque para ser independientes hay que asumir posiciones, y eso va contra su naturaleza, como tampoco es cierto que hayan mantenido una neutralidad en la polarización durante el uribato: en el fondo, detrás de esa impostada neutralidad, los dos siempre fueron más uribistas que antiuribistas).

Para bien o para mal, su política asexuada hizo escuela y ya cuentan con varios discípulos que van por ese mismo rumbo, muy a nuestro pesar. Me refiero a jóvenes políticos con gran futuro, como David Luna, Carlos Fernando Galán y Simón Gaviria, entre otros. Todos muy preparados, bien intencionados y con un gran sex appeal personal, pero que temen comprometerse en temas nacionales, no se atreven a emitir juicios de valor que pueda demostrar que detrás de ellos hay alguna ideología y que navegan en una cómoda neutralidad para que nadie se moleste.

Ojalá estos jóvenes se bajen de ese bus a tiempo y no dilapiden su capital político como les ha pasado a sus mentores. A pesar de que Peñalosa y Fajardo salieron en hombros de sus alcaldías y de que se les reconoce que bajo su administración tanto Bogotá como Medellín se llenaron de megaobras y de bibliotecas, su carrera política, lejos de despegar, se ha ido apagando.

Ambos han ido de un traspiés a otro. Peñalosa no ha ganado ni una elección desde que salió de la Alcaldía, y me temo que va para una nueva derrota si se presenta como candidato a la administración de Bogotá. A Fajardo no solo le fue mal con su partido inventado a última hora, sino que se le esfumaron los votos que supuestamente le eran fieles en su campaña presidencial. No le votaron ni los paisas, y si quiere ganar la Gobernación de Antioquia en estas elecciones de octubre, va a tener que apercollárseles a los caciques liberales y de Cambio Radical, sus nuevos socios políticos, porque solo con su sex appeal verde no le alcanza. (Como están las cosas, hasta puede terminar apoyado por La U).
¿Y por qué no les sonríe el electorado a estos políticos asexuados si son tan buenos muchachos? Yo me temo que es por una razón muy lógica: porque de tanto andar cacareando su neutralidad, han terminado por no representar nada ni a nadie. El electorado no sabe a qué atenerse con ellos, y como son un enigma, prefiere no votar por ellos. Al fin y al cabo, en una democracia los políticos están para defender posiciones, no para evadirlas, de la misma forma que en un estado de derecho los políticos están para debatir los grandes temas nacionales y no para ignorarlos. Lo último que le puede pasar a este país es que en medio de tanta corrupción en la política, a los políticos que no lo son se les dé por envolverse en una neutralidad impostada.

La política es el arte del poder, como decía Maquiavelo. Y la base de la política son la ideas. Si se las quitamos, la política queda eunuca. Así de simple.

"Cuando la política es asexuada...", interesante reflexión de María Jimena Duzán en la revista Semana

Cuando la política es asexuada...

Por María Jimena Duzán
OPINIÓNEsos jóvenes políticos temen comprometerse a emitir juicios de valor y navegan en una cómoda neutralidad para que nadie se moleste.
 
 
http://www.semana.com/noticias-opinion/cuando-politica-asexuada/150975.aspx
 
Sábado 29 Enero 2011
Desde hace unos años vengo detectando la aparición de unos políticos que han puesto de moda la pragmática tesis de que para hacer política no se necesita tener ninguna ideología ni recurrir a ninguna teoría. Son políticos aguados, neutros, que siempre están al margen de los grandes temas del país porque no quieren que se les ubique en ningún espectro.

No se esfuerzan por tener una opinión formada de nada que les imponga asumir una posición; se distinguen por que todos ellos consideran que para ser un candidato a concejal, a alcalde o a gobernador lo que se necesita es tener las dotes de un gerente -¿para qué mas?-, y aunque casi todos ellos tienen cierto sex appeal personal innegable, son asexuados en política.

Los más preclaros representantes de esta nueva élite son Enrique Peñalosa y Sergio Fajardo. Los dos se han definido siempre como gerentes de la cosa pública y tanto el uno como el otro se ufanan hasta hoy de haber sido los únicos políticos que en los ocho años de gobierno de Uribe no se enfrascaron en la polarización que dividió al país entre uribistas y antiuribistas. "Yo no soy ni antiuribista ni uribista" fue la frase cumbre de Sergio Fajardo que deja al descubierto el talante de estos políticos que se autoarropan también bajo el calificativo de "independientes", aunque en realidad no lo sean. (Y no lo son, porque para ser independientes hay que asumir posiciones, y eso va contra su naturaleza, como tampoco es cierto que hayan mantenido una neutralidad en la polarización durante el uribato: en el fondo, detrás de esa impostada neutralidad, los dos siempre fueron más uribistas que antiuribistas).

Para bien o para mal, su política asexuada hizo escuela y ya cuentan con varios discípulos que van por ese mismo rumbo, muy a nuestro pesar. Me refiero a jóvenes políticos con gran futuro, como David Luna, Carlos Fernando Galán y Simón Gaviria, entre otros. Todos muy preparados, bien intencionados y con un gran sex appeal personal, pero que temen comprometerse en temas nacionales, no se atreven a emitir juicios de valor que pueda demostrar que detrás de ellos hay alguna ideología y que navegan en una cómoda neutralidad para que nadie se moleste.

Ojalá estos jóvenes se bajen de ese bus a tiempo y no dilapiden su capital político como les ha pasado a sus mentores. A pesar de que Peñalosa y Fajardo salieron en hombros de sus alcaldías y de que se les reconoce que bajo su administración tanto Bogotá como Medellín se llenaron de megaobras y de bibliotecas, su carrera política, lejos de despegar, se ha ido apagando.

Ambos han ido de un traspiés a otro. Peñalosa no ha ganado ni una elección desde que salió de la Alcaldía, y me temo que va para una nueva derrota si se presenta como candidato a la administración de Bogotá. A Fajardo no solo le fue mal con su partido inventado a última hora, sino que se le esfumaron los votos que supuestamente le eran fieles en su campaña presidencial. No le votaron ni los paisas, y si quiere ganar la Gobernación de Antioquia en estas elecciones de octubre, va a tener que apercollárseles a los caciques liberales y de Cambio Radical, sus nuevos socios políticos, porque solo con su sex appeal verde no le alcanza. (Como están las cosas, hasta puede terminar apoyado por La U).
¿Y por qué no les sonríe el electorado a estos políticos asexuados si son tan buenos muchachos? Yo me temo que es por una razón muy lógica: porque de tanto andar cacareando su neutralidad, han terminado por no representar nada ni a nadie. El electorado no sabe a qué atenerse con ellos, y como son un enigma, prefiere no votar por ellos. Al fin y al cabo, en una democracia los políticos están para defender posiciones, no para evadirlas, de la misma forma que en un estado de derecho los políticos están para debatir los grandes temas nacionales y no para ignorarlos. Lo último que le puede pasar a este país es que en medio de tanta corrupción en la política, a los políticos que no lo son se les dé por envolverse en una neutralidad impostada.

La política es el arte del poder, como decía Maquiavelo. Y la base de la política son la ideas. Si se las quitamos, la política queda eunuca. Así de simple.

martes, 25 de enero de 2011

JOHN DE JESÚS SUCERQUIA ADARVE, CANDIDATO OFICIAL DEL PARTIDO LIBERAL A LA ALCALDÍA DE ITUANGO




Con el anuncio hecho esta semana en Medellín por el director del Partido Liberal, doctor Rafael Pardo Rueda, de que se otorgará aval como aspirante a la Alcaldía de Ituango por dicha colectividad, quedó oficializado como candidato a ocupar tan importante dignidad, nuestro copartidario JOHN DE JESÚS SUCERQUIA ADARVE.

Con ideas frescas que buscan un cambio real y efectivo en el ejercicio del gobierno local, llega SUCERQUIA ADARVE a presentarse ante los electores en busca del favor popular que le permita llegar a la Alcaldía de Ituango.

El candidato liberal está rodeado por un excelente grupo de trabajo, amplio y participativo, en el que no sólo hay militantes de la colectividad roja, sino de otras agrupaciones políticas, dado el carácter abierto de su candidatura para todos los ituanguinos.

PERFIL

JOHN DE JESÚS SUCERQUIA ADARVE nació en Ituango el 27 de marzo de 1969, hoy cuenta con 41 años, casado, padre de tres hijos y con formación como tecnólogo agropecuario del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid.

Para fortalecer su formación académica, estudió un diplomado en gestión ambiental y ha recibido capacitación en áreas tan importantes como administración, desarrollo comunitario, técnicas de extensión rural, suelos y manejo de cultivos.

El campo es el fuerte de nuestro candidato JOHN DE JESÚS SUCERQUIA ADARVE. Y ello lo avala con una amplia experiencia y una gran capacidad de servicio y entrega por la gente.

Así lo demostró en su experiencia laboral cumpliendo tareas de capacitación agrícola al servicio del Municipio de Ituango, con la vieja Umata, durante nueve años, y luego como práctico al servicio de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, durante siete años en los que les sirvió a los campesinos de Ituango y cumplió con dedicación su labor de acompañamiento y asesoría en créditos, en asistencia técnica, manejo agronómico y cultivo del café, beneficio y comercialización del grano.

JOHN DE JESÚS SUCERQUIA ADARVE es el segundo de cuatro hermanos, en el hogar que formaron don RAMÓN DE JESÚS SUCERQUIA LÓPEZ y doña GABRIELA ADARVE.

PROGRAMA DE GOBIERNO PARTICIPATIVO

En este momento nuestro candidato SUCERQUIA ADARVE, con su equipo de trabajo, comenzará una serie de reuniones programáticas con las distintas comunidades, rurales y urbanas, del municipio, para una construcción colectiva de su Programa de Gobierno.

La idea es que sea la comunidad directamente la que dimensione la problemática ituanguina en este momento de nuestra historia, y al mismo tiempo proponga soluciones.

Las reuniones temáticas del candidato JOHN SUCERQUIA se dirigen en dos sentidos:
-La percepción que tiene la comunidad del municipio de Ituango hoy.
-Y la percepción de la problemática de su propio sector, barrio, vereda, corregimiento.

En ambos casos, se escucha y se toma nota de las inquietudes y propuestas de la comunidad.

Así se construye un programa de Gobierno verdaderamente participativo, al que le aportan ideas en diversas áreas de nuestra compleja realidad social, profesionales que hacen parte del grupo de trabajo de JOHN SUCERQUIA.

Así mismo, se trabaja, con base en las conclusiones que emanen de las reuniones programáticas, en la concepción de la campaña, logo símbolos y eslogan.

Lo más importante es que un grupo de ituanguinos comprometidos con el futuro de nuestro pueblo, trabajamos en el fortalecimiento de una candidatura que significa y cambio real en las costumbres políticas de Ituango.

JOHN DE JESÚS SUCERQUIA ADARVE, CANDIDATO OFICIAL DEL PARTIDO LIBERAL A LA ALCALDÍA DE ITUANGO




Con el anuncio hecho esta semana en Medellín por el director del Partido Liberal, doctor Rafael Pardo Rueda, de que se otorgará aval como aspirante a la Alcaldía de Ituango por dicha colectividad, quedó oficializado como candidato a ocupar tan importante dignidad, nuestro copartidario JOHN DE JESÚS SUCERQUIA ADARVE.

Con ideas frescas que buscan un cambio real y efectivo en el ejercicio del gobierno local, llega SUCERQUIA ADARVE a presentarse ante los electores en busca del favor popular que le permita llegar a la Alcaldía de Ituango.

El candidato liberal está rodeado por un excelente grupo de trabajo, amplio y participativo, en el que no sólo hay militantes de la colectividad roja, sino de otras agrupaciones políticas, dado el carácter abierto de su candidatura para todos los ituanguinos.

PERFIL

JOHN DE JESÚS SUCERQUIA ADARVE nació en Ituango el 27 de marzo de 1969, hoy cuenta con 41 años, casado, padre de tres hijos y con formación como tecnólogo agropecuario del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid.

Para fortalecer su formación académica, estudió un diplomado en gestión ambiental y ha recibido capacitación en áreas tan importantes como administración, desarrollo comunitario, técnicas de extensión rural, suelos y manejo de cultivos.

El campo es el fuerte de nuestro candidato JOHN DE JESÚS SUCERQUIA ADARVE. Y ello lo avala con una amplia experiencia y una gran capacidad de servicio y entrega por la gente.

Así lo demostró en su experiencia laboral cumpliendo tareas de capacitación agrícola al servicio del Municipio de Ituango, con la vieja Umata, durante nueve años, y luego como práctico al servicio de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, durante siete años en los que les sirvió a los campesinos de Ituango y cumplió con dedicación su labor de acompañamiento y asesoría en créditos, en asistencia técnica, manejo agronómico y cultivo del café, beneficio y comercialización del grano.

JOHN DE JESÚS SUCERQUIA ADARVE es el segundo de cuatro hermanos, en el hogar que formaron don RAMÓN DE JESÚS SUCERQUIA LÓPEZ y doña GABRIELA ADARVE.

PROGRAMA DE GOBIERNO PARTICIPATIVO

En este momento nuestro candidato SUCERQUIA ADARVE, con su equipo de trabajo, comenzará una serie de reuniones programáticas con las distintas comunidades, rurales y urbanas, del municipio, para una construcción colectiva de su Programa de Gobierno.

La idea es que sea la comunidad directamente la que dimensione la problemática ituanguina en este momento de nuestra historia, y al mismo tiempo proponga soluciones.

Las reuniones temáticas del candidato JOHN SUCERQUIA se dirigen en dos sentidos:
-La percepción que tiene la comunidad del municipio de Ituango hoy.
-Y la percepción de la problemática de su propio sector, barrio, vereda, corregimiento.

En ambos casos, se escucha y se toma nota de las inquietudes y propuestas de la comunidad.

Así se construye un programa de Gobierno verdaderamente participativo, al que le aportan ideas en diversas áreas de nuestra compleja realidad social, profesionales que hacen parte del grupo de trabajo de JOHN SUCERQUIA.

Así mismo, se trabaja, con base en las conclusiones que emanen de las reuniones programáticas, en la concepción de la campaña, logo símbolos y eslogan.

Lo más importante es que un grupo de ituanguinos comprometidos con el futuro de nuestro pueblo, trabajamos en el fortalecimiento de una candidatura que significa y cambio real en las costumbres políticas de Ituango.

EL OPTIMISMO ANTE LA TRAGEDIA, escribe Juan Manuel López Caballero en la revista Dinero

http://www.dinero.com/edicion-impresa/columnistas/optimismo-ante-tragedia_82480.aspx


INICIO / EDICIÓN IMPRESA / COLUMNISTAS
Publicado: 01/21/2011

"El optimismo ante la tragedia

La facilidad con que ahora parecen estar de acuerdo todos los que han impuesto y manejado el modelo neoliberal con lo que en la práctica son los postulados que lo cuestionaban es, por decir lo menos, desconcertante.
Por: Juan Manuel López Caballero

Sorprendente la seguridad que muestran los gurús económicos (tanto los del 'conocimiento' como las autoridades) respecto a que la tragedia invernal será el estímulo para una reactivación económica y el relanzamiento del anhelado crecimiento del PIB. Y no porque no sea cierto, sino por dos razones que vuelven esa posición paradójica: una, porque no hacen mención siquiera de por qué solo cuando se presenta tal catástrofe se pueden tomar las medidas que producen tales efectos; la otra, porque es reivindicar la tesis (keynesiana) de que la demanda es el motor de la economía y de que por eso es determinante la intervención del Estado.

La facilidad con que ahora parecen estar de acuerdo todos los que han impuesto y manejado el modelo neoliberal con lo que en la práctica son los postulados que lo cuestionaban es, por decir lo menos, desconcertante.

La situación sería parecida a la de la Gran Depresión de los 30 o a la de la postguerra en Europa. Las teorías keynesianas que luego conformarían el análisis macroeconómico sustituyeron en ese momento la teoría prevaleciente entonces de la función del equilibrio natural de los mercados y de la oferta por parte de los particulares, como eje central de la economía. Con el éxito de esas recetas, bajo Roosevelt y el New Deal, y después para la recuperación europea con el Plan Marshall, se ratificó la conveniencia del intervencionismo de Estado usando medidas fiscales y monetarias para mitigar las recesiones y crisis cíclicas.

Pero con la caída del modelo socialista y el desbordamiento del poder, no solo del capitalismo sino de los capitalistas, se impuso como base del nuevo ordenamiento social la libre competencia, la reducción de la intervención del Estado y el imperio del Mercado bajo el modelo del Neoliberalismo.

El paralelo es aplicable tanto en cuanto a la situación del país como en cuanto a las teorías y políticas económicas que hoy prevalecen.

Pero dejando de lado lo sorprendente de esa actitud y tomando esto como un aspecto positivo, toca ver en qué medida su aplicación es reflexiva y correcta.

Una primera duda es respecto a la coyuntura que vive el país: se ha tomado como cierto que la baja inflación y la afluencia de inversión extranjera son síntomas y a la vez factores de mejoría. Pero analistas, como Eduardo Sarmiento, han sido insistentes en que la reducida alza del costo de vida se debe a la escasez de demanda, y que esta no responde a un fenómeno cíclico sino a un modelo inadecuado que no permite la reactivación y el crecimiento que el país busca. Y el hecho de que la inversión extranjera esté concentrada en la minería -petróleo sobre todo- responde solo a los altos precios y a que es aquí donde se encuentra; poco aporta del lado positivo -puesto que es una actividad extractiva que no genera riqueza ni empleo-, pero en cambio perjudica las actividades exportadoras, al estimular la revaluación del peso.

El resumen de la teoría es que el propósito debe ser aumentar la demanda agregada mediante incremento del gasto público y estímulo al consumo privado, lo cual se puede lograr en principio con mayores inversiones del Estado y con expansión del crédito, buscando por esa vía aumento del ingreso y del gasto de la población.

Pero resulta que, como lo señala Salomón Kalmanovitz, el aumento que se decretó del salario mínimo no resuelve el problema de la contracción de la capacidad adquisitiva del salario. De hecho, serias dudas se presentan sobre su constitucionalidad, puesto que el incremento es inferior al 3,48% de la inflación causada para los estratos bajos (más del 90% de la fuerza laboral pertenece a ese estrato, y más del 70% recibe igual o menos que el salario mínimo). El pequeño incremento que decretó posteriormente el presidente Santos parece solo encaminado a evitar este debate, y no a atender el aspecto social de lo que esto significa; es solo la corrección aritmética del error cometido al calcular sobre una inflación más baja de la que realmente se dio. Pero más allá de lo cuestionable social y jurídicamente de este ajuste, su efecto para la reactivación será negativo. No solo no aumenta el poder adquisitivo del bajo ingreso de los trabajadores sino que no contrarresta el efecto del aumento de la oferta de mano de obra por las inundaciones.

Desde el punto de vista de la justicia social es un elemento bueno que se grave a los ricos, no solo por ser esto 'equitativo y saludable', sino por solidaridad, para que todos compartamos los males que le caen al país. Pero desde el punto de vista económico -por lo menos del análisis keynesiano- esto no contribuye a aumentar la demanda agregada, luego no estimula la recuperación.

Otro punto a evaluar es que el sector donde se causaron los mayores perjuicios es en la producción agrícola. No se verá esto en la oferta en los mercados porque las pérdidas son sobre todo de campesinos que vivían de su pancoger; pero por lo mismo, sí en la demanda y consecuentemente en los precios. Como parte del plan de desarrollo esa 'locomotora' está descarrilada y difícil se ve cómo ponerla en marcha; la solución obvia, la importación de alimentos, puede responder a la escasez y a la demanda, pero agrava los problemas de lo que queda como producción.

Debe ser claro que solo los nuevos ingresos que se logren para el Estado podrán tener efectos económicos positivos, ya que, como lo destaca Mauricio Cabrera, el traslado de partidas para destinarlas al alivio de los damnificados cumple una función social pero no cambia las variables económicas previstas en el plan de desarrollo.

Para efectos del empleo la medida divulgada por la Viceministra de Salud es que se crearán 50.000 empleos de 'emergencia' para asignar entre los damnificados. Siendo 350.000 las familias y asumiendo que el ingreso lo producían solo en promedio una persona y media por familia (o sea, 500.000 personas) esto subsanaría apenas el 10% del empleo perdido. Más grave aún es que, según las mismas declaraciones, se les pagaría entre $250.000 y $390.000, lo cual -además de ser menos del salario mínimo y en consecuencia ilegal- implica que solo se reemplaza el ingreso equivalente al orden del 6% de lo que se pierde.

Esto refleja además la dificultad para implementar medidas para la recuperación y al mismo tiempo corregir el desequilibrio social de que los pobres siempre queden marginados o desamparados en relación a las oportunidades que da el Estado: la exclusión misma que los relega a condiciones de autosuficiencia hace que ni se considere su contribución a la economía nacional ni existan los mecanismos para que el Estado, a través y en beneficio de ellos, pueda instrumentar las políticas de reactivación (¿un campesino contratista del Estado).

Reconocer la dimensión de la tragedia y las enormes dificultades para afrontarla no debe significar asumir que cualquier solución es buena. Menos convertirla o presentarla como algo positivo. Por necesidad, todo será improvisado; pero debe serlo en un marco conceptual definido. Es más importante el socio político, en el sentido de reorientar el interés del Estado más hacia la justicia y la armonía social que al desarrollo económico, más a la atención de los marginados y excluidos que al apoyo a los que se han apoderado de él. Pero también siguiendo en forma coherente y siendo consistente y consecuente con alguna teoría económica concreta".

EL OPTIMISMO ANTE LA TRAGEDIA, escribe Juan Manuel López Caballero en la revista Dinero

http://www.dinero.com/edicion-impresa/columnistas/optimismo-ante-tragedia_82480.aspx


INICIO / EDICIÓN IMPRESA / COLUMNISTAS
Publicado: 01/21/2011

"El optimismo ante la tragedia

La facilidad con que ahora parecen estar de acuerdo todos los que han impuesto y manejado el modelo neoliberal con lo que en la práctica son los postulados que lo cuestionaban es, por decir lo menos, desconcertante.
Por: Juan Manuel López Caballero

Sorprendente la seguridad que muestran los gurús económicos (tanto los del 'conocimiento' como las autoridades) respecto a que la tragedia invernal será el estímulo para una reactivación económica y el relanzamiento del anhelado crecimiento del PIB. Y no porque no sea cierto, sino por dos razones que vuelven esa posición paradójica: una, porque no hacen mención siquiera de por qué solo cuando se presenta tal catástrofe se pueden tomar las medidas que producen tales efectos; la otra, porque es reivindicar la tesis (keynesiana) de que la demanda es el motor de la economía y de que por eso es determinante la intervención del Estado.

La facilidad con que ahora parecen estar de acuerdo todos los que han impuesto y manejado el modelo neoliberal con lo que en la práctica son los postulados que lo cuestionaban es, por decir lo menos, desconcertante.

La situación sería parecida a la de la Gran Depresión de los 30 o a la de la postguerra en Europa. Las teorías keynesianas que luego conformarían el análisis macroeconómico sustituyeron en ese momento la teoría prevaleciente entonces de la función del equilibrio natural de los mercados y de la oferta por parte de los particulares, como eje central de la economía. Con el éxito de esas recetas, bajo Roosevelt y el New Deal, y después para la recuperación europea con el Plan Marshall, se ratificó la conveniencia del intervencionismo de Estado usando medidas fiscales y monetarias para mitigar las recesiones y crisis cíclicas.

Pero con la caída del modelo socialista y el desbordamiento del poder, no solo del capitalismo sino de los capitalistas, se impuso como base del nuevo ordenamiento social la libre competencia, la reducción de la intervención del Estado y el imperio del Mercado bajo el modelo del Neoliberalismo.

El paralelo es aplicable tanto en cuanto a la situación del país como en cuanto a las teorías y políticas económicas que hoy prevalecen.

Pero dejando de lado lo sorprendente de esa actitud y tomando esto como un aspecto positivo, toca ver en qué medida su aplicación es reflexiva y correcta.

Una primera duda es respecto a la coyuntura que vive el país: se ha tomado como cierto que la baja inflación y la afluencia de inversión extranjera son síntomas y a la vez factores de mejoría. Pero analistas, como Eduardo Sarmiento, han sido insistentes en que la reducida alza del costo de vida se debe a la escasez de demanda, y que esta no responde a un fenómeno cíclico sino a un modelo inadecuado que no permite la reactivación y el crecimiento que el país busca. Y el hecho de que la inversión extranjera esté concentrada en la minería -petróleo sobre todo- responde solo a los altos precios y a que es aquí donde se encuentra; poco aporta del lado positivo -puesto que es una actividad extractiva que no genera riqueza ni empleo-, pero en cambio perjudica las actividades exportadoras, al estimular la revaluación del peso.

El resumen de la teoría es que el propósito debe ser aumentar la demanda agregada mediante incremento del gasto público y estímulo al consumo privado, lo cual se puede lograr en principio con mayores inversiones del Estado y con expansión del crédito, buscando por esa vía aumento del ingreso y del gasto de la población.

Pero resulta que, como lo señala Salomón Kalmanovitz, el aumento que se decretó del salario mínimo no resuelve el problema de la contracción de la capacidad adquisitiva del salario. De hecho, serias dudas se presentan sobre su constitucionalidad, puesto que el incremento es inferior al 3,48% de la inflación causada para los estratos bajos (más del 90% de la fuerza laboral pertenece a ese estrato, y más del 70% recibe igual o menos que el salario mínimo). El pequeño incremento que decretó posteriormente el presidente Santos parece solo encaminado a evitar este debate, y no a atender el aspecto social de lo que esto significa; es solo la corrección aritmética del error cometido al calcular sobre una inflación más baja de la que realmente se dio. Pero más allá de lo cuestionable social y jurídicamente de este ajuste, su efecto para la reactivación será negativo. No solo no aumenta el poder adquisitivo del bajo ingreso de los trabajadores sino que no contrarresta el efecto del aumento de la oferta de mano de obra por las inundaciones.

Desde el punto de vista de la justicia social es un elemento bueno que se grave a los ricos, no solo por ser esto 'equitativo y saludable', sino por solidaridad, para que todos compartamos los males que le caen al país. Pero desde el punto de vista económico -por lo menos del análisis keynesiano- esto no contribuye a aumentar la demanda agregada, luego no estimula la recuperación.

Otro punto a evaluar es que el sector donde se causaron los mayores perjuicios es en la producción agrícola. No se verá esto en la oferta en los mercados porque las pérdidas son sobre todo de campesinos que vivían de su pancoger; pero por lo mismo, sí en la demanda y consecuentemente en los precios. Como parte del plan de desarrollo esa 'locomotora' está descarrilada y difícil se ve cómo ponerla en marcha; la solución obvia, la importación de alimentos, puede responder a la escasez y a la demanda, pero agrava los problemas de lo que queda como producción.

Debe ser claro que solo los nuevos ingresos que se logren para el Estado podrán tener efectos económicos positivos, ya que, como lo destaca Mauricio Cabrera, el traslado de partidas para destinarlas al alivio de los damnificados cumple una función social pero no cambia las variables económicas previstas en el plan de desarrollo.

Para efectos del empleo la medida divulgada por la Viceministra de Salud es que se crearán 50.000 empleos de 'emergencia' para asignar entre los damnificados. Siendo 350.000 las familias y asumiendo que el ingreso lo producían solo en promedio una persona y media por familia (o sea, 500.000 personas) esto subsanaría apenas el 10% del empleo perdido. Más grave aún es que, según las mismas declaraciones, se les pagaría entre $250.000 y $390.000, lo cual -además de ser menos del salario mínimo y en consecuencia ilegal- implica que solo se reemplaza el ingreso equivalente al orden del 6% de lo que se pierde.

Esto refleja además la dificultad para implementar medidas para la recuperación y al mismo tiempo corregir el desequilibrio social de que los pobres siempre queden marginados o desamparados en relación a las oportunidades que da el Estado: la exclusión misma que los relega a condiciones de autosuficiencia hace que ni se considere su contribución a la economía nacional ni existan los mecanismos para que el Estado, a través y en beneficio de ellos, pueda instrumentar las políticas de reactivación (¿un campesino contratista del Estado).

Reconocer la dimensión de la tragedia y las enormes dificultades para afrontarla no debe significar asumir que cualquier solución es buena. Menos convertirla o presentarla como algo positivo. Por necesidad, todo será improvisado; pero debe serlo en un marco conceptual definido. Es más importante el socio político, en el sentido de reorientar el interés del Estado más hacia la justicia y la armonía social que al desarrollo económico, más a la atención de los marginados y excluidos que al apoyo a los que se han apoderado de él. Pero también siguiendo en forma coherente y siendo consistente y consecuente con alguna teoría económica concreta".

sábado, 15 de enero de 2011

SER DE IZQUIERDA, SER DE DERECHA, ARTÍCULO EN EL ESPECTADOR

http://www.elespectador.com/impreso/columna-245028-ser-de-derecha-ser-de-izquierda

 

Opinión |14 Ene 2011 - 10:00 pm

Santiago Gamboa

Ser de derecha, ser de izquierda

Por: Santiago Gamboa
HACE UN TIEMPO, EN LA PRESEN-tación de su última novela, El retorno de Los Tigres de la Malasia, el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II contó una divertida anécdota: “Cada día, al levantarme, me miro al espejo y veo a un Lucifer que me pregunta: ¿sigues siendo de izquierda?, y yo le digo: ¡pues, a huevo!”.

Para Taibo, la educación de izquierda comienza con las lecturas de la adolescencia. El antiimperialismo se aprende leyendo a Salgari, contra el modelo imperial de la Gran Bretaña del siglo XIX, con las aventuras de Sandokán y Yáñez de Gomara. ¿Y quién que haya tenido como héroe de su juventud a un príncipe malayo podrá ser racista? Robin Hood le enseña a uno que hay que ayudar a repartir la riqueza y a democratizar la plusvalía. Con Los tres mosqueteros, Dumas enseña la solidaridad, la nobleza de luchar por una causa y, en el fondo, la hermandad humana. También que las matemáticas no sirven, porque los tres mosqueteros eran cuatro. Y por supuesto, el que haya leído El diario de Ana Frank y se haya emocionado hasta las lágrimas, de joven, es improbable que sea antisemita y mucho menos nazi de grande. Ya en la adolescencia, Bertolt Brecht nos informa que es peor delito crear un banco que robarlo.
Siempre ha sido más difícil ser de izquierda, y la razón es que, si uno analiza su utopía social en lo relativo a las relaciones humanas —que por desgracia no han sido nunca reales en el socialismo real—, casi ninguna resulta ser natural en el hombre. No es natural ser generoso, solidario, comprensivo, altruista, y mucho menos antirracista, no antisemita, antimilitarista o pacifista, estar a favor de la igualdad de los sexos, de los derechos de las minorías, sean estas étnicas, culturales, religiosas, sexuales o simplemente nacionales, y todo esto en público y en privado, en el discurso político y en su casa, con sus hijos y su mujer y sus empleados. Esto se aprende. Los que tenemos hijos sabemos que estos comportamientos se enseñan a punta de insistencia y a veces con castigos y reprimendas.
Porque lo natural en un niño, si uno no lo educa, es ser egoísta, autoritario, violento, egocéntrico, déspota y grosero, envidioso y resentido, intransigente, y si es un varón será machista y agresivo, y más tarde estará a favor de la pena de muerte y de las guerras, y no le importará que los pobres se ahoguen y que los inmigrantes se pudran y odiará a los homosexuales y querrá defender un orden que él considera natural, donde el más fuerte y el blanco y el hombre es el que manda, en suma, comportamientos tradicionalmente cercanos al imaginario de la derecha. Esto no quiere decir que alguien de derecha no pueda ser generoso o solidario o incluso altruista, pero por lo general, si lo son, es por ser católicos, no porque su forma de concebir el mundo y las relaciones humanas se lo exija. Tampoco quiere decir que todos los que se proclaman de izquierda sean generosos y altruistas. Tampoco todos los católicos ponen la otra mejilla. En realidad no he visto al primero.
Por todo esto Rousseau no tenía razón: el hombre no nace bueno y la sociedad lo corrompe. Es al revés: el hombre nace siendo un monstruo y la sociedad, a veces a patadas y sobre todo con buenas lecturas, lo hace bueno, lo convierte en alguien civilizado.

SER DE IZQUIERDA, SER DE DERECHA, ARTÍCULO EN EL ESPECTADOR

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Opinión |14 Ene 2011 - 10:00 pm

Santiago Gamboa

Ser de derecha, ser de izquierda

Por: Santiago Gamboa
HACE UN TIEMPO, EN LA PRESEN-tación de su última novela, El retorno de Los Tigres de la Malasia, el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II contó una divertida anécdota: “Cada día, al levantarme, me miro al espejo y veo a un Lucifer que me pregunta: ¿sigues siendo de izquierda?, y yo le digo: ¡pues, a huevo!”.

Para Taibo, la educación de izquierda comienza con las lecturas de la adolescencia. El antiimperialismo se aprende leyendo a Salgari, contra el modelo imperial de la Gran Bretaña del siglo XIX, con las aventuras de Sandokán y Yáñez de Gomara. ¿Y quién que haya tenido como héroe de su juventud a un príncipe malayo podrá ser racista? Robin Hood le enseña a uno que hay que ayudar a repartir la riqueza y a democratizar la plusvalía. Con Los tres mosqueteros, Dumas enseña la solidaridad, la nobleza de luchar por una causa y, en el fondo, la hermandad humana. También que las matemáticas no sirven, porque los tres mosqueteros eran cuatro. Y por supuesto, el que haya leído El diario de Ana Frank y se haya emocionado hasta las lágrimas, de joven, es improbable que sea antisemita y mucho menos nazi de grande. Ya en la adolescencia, Bertolt Brecht nos informa que es peor delito crear un banco que robarlo.
Siempre ha sido más difícil ser de izquierda, y la razón es que, si uno analiza su utopía social en lo relativo a las relaciones humanas —que por desgracia no han sido nunca reales en el socialismo real—, casi ninguna resulta ser natural en el hombre. No es natural ser generoso, solidario, comprensivo, altruista, y mucho menos antirracista, no antisemita, antimilitarista o pacifista, estar a favor de la igualdad de los sexos, de los derechos de las minorías, sean estas étnicas, culturales, religiosas, sexuales o simplemente nacionales, y todo esto en público y en privado, en el discurso político y en su casa, con sus hijos y su mujer y sus empleados. Esto se aprende. Los que tenemos hijos sabemos que estos comportamientos se enseñan a punta de insistencia y a veces con castigos y reprimendas.
Porque lo natural en un niño, si uno no lo educa, es ser egoísta, autoritario, violento, egocéntrico, déspota y grosero, envidioso y resentido, intransigente, y si es un varón será machista y agresivo, y más tarde estará a favor de la pena de muerte y de las guerras, y no le importará que los pobres se ahoguen y que los inmigrantes se pudran y odiará a los homosexuales y querrá defender un orden que él considera natural, donde el más fuerte y el blanco y el hombre es el que manda, en suma, comportamientos tradicionalmente cercanos al imaginario de la derecha. Esto no quiere decir que alguien de derecha no pueda ser generoso o solidario o incluso altruista, pero por lo general, si lo son, es por ser católicos, no porque su forma de concebir el mundo y las relaciones humanas se lo exija. Tampoco quiere decir que todos los que se proclaman de izquierda sean generosos y altruistas. Tampoco todos los católicos ponen la otra mejilla. En realidad no he visto al primero.
Por todo esto Rousseau no tenía razón: el hombre no nace bueno y la sociedad lo corrompe. Es al revés: el hombre nace siendo un monstruo y la sociedad, a veces a patadas y sobre todo con buenas lecturas, lo hace bueno, lo convierte en alguien civilizado.