martes, 27 de julio de 2010

EL LIBERALISMO EN EL PORVENIR: OTTO MORALES, COLUMNA DE OPINIÓN EN EL MUNDO


Atisbos desde el refugio
El liberalismo en el porvenir (3)
Otto Morales
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El liberalismo no doblegó sus banderas. La acción política, por la violencia, era imposible de ejercerla. Pero se ideaban medios para mantener encendida la fè. Los directorios, a veces, no podían dejar conocer el nombre de sus integrantes para que no fueran asesinados. Se ideaban contactos – casi en la clandestinidad – para no dejar desaparecer su vocación de libertad.

Habían cerrado el Congreso, las Asambleas y los Concejos. El autoritarismo, se ejercía en la plenitud de los abusos. Se logró la desaparición de los organismos de control. El “Régimen de Policía”, estaba, en su plenitud. Fue cuando se proclamó, desde el gobierno, la política de “tierra arrasada” para combatir las guerrillas. Pero era màs fácil ejecutarla frente a gentes indefensas. La crueldad, no tuvo límites. Los liberales recordaban las épocas de la dictadura de los gobiernos de la Regeneración Conservadora de Núñez y de Caro. Se prolongó por 45 años. El liberalismo estuvo acorralado, sin periódicos, sin forma de proclamar y defender sus ideas. Para los matrimonios se exigía renuncia a las ideas liberales. Pero nuestros copartidarios, no aceptaban esa intimidación clerical. Nadie renunció a su doctrina. Y se resistió.

Lo mismo sucedía ahora en cuanto a no poderse manifestar la adhesión a las tesis del partido. En esa época de crueldades, el Jefe que condujo al partido fuè Carlos Lleras Restrepo. Los conservadores - en un proceso de táctica política - resolvieron señalarlo como un Jefe de mal humor, iracundo en sus reacciones, violento en sus palabras. Era un propósito de rebajarlo en la admiración pública y para demeritar sus críticas, y ver si así el liberalismo buscaba conductores menos dinámicos en la condena de La Violencia. Fue una táctica que no diò resultados. El partido, le fuè fiel y siempre escuchó sus orientaciones. Estas, tendían a buscar que las gentes no abandonaran el partido. Se repetía, diariamente, que la vocación social del liberalismo se encendía con luz que debía iluminar el país. De allí no desertó. El partido debe repasar los ensayos de su Jefe Lleras para entender que tiene, en sus palabras, pilares doctrinarios que aún nos faltan por desarrollar en beneficio de las masas màs desvalidas de nuestra Colombia. En medio del dolor por el crimen arreciador de La Violencia, la voz de Lleras Restrepo se levantaba, con claridad en el idioma y en los principios, para formular tesis esclarecedoras acerca de los màs intrincados problemas colombianos. Era un pedagogo nacional, por el ademán, para hacer reflexionar sobre Colombia y su destino.

No le perdonaron su fidelidad al liberalismo. Su casa fue quemada arrasando con su monumental biblioteca y con obras de arte. Se vieron, conduciendo a policías y feroces auxiliadores, a gentes que fungían de dones mentales. En el exilio, también tuvo que cumplir su cuota de persecución política.

De allí regresó a propiciar el entendimiento nacional. Fue solidario con la obra de salvación colombiana que adelantaba Alberto Lleras Camargo. Sus intervenciones públicas, eran una declaración de amor a Colombia y a su destino democrático. Avanzaba con nuevos pronunciamientos sobre la realidad màs inquietante de la nación. No había perdido su desvelo por lo social, por las reivindicaciones humanas, por el apoyo al pueblo en sus reformas. El escribió, en los Estatutos del Partido, que el liberalismo era unión de “matices de izquierda”. La colectividad estaba, después de tàntos años de amargura, en su plenitud en el combate político. Históricamente, el partido siempre ha estado aupando las reformas y la inconformidad. Es un partido concebido para la rebeldía mental; para las audacias de alcance revolucionario, sin violencia. Con alegre y fervorosa comprensión del impulso que da el pueblo a sus ideas y creaciones administrativas.

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