domingo, 27 de junio de 2010

¿DÓNDE ESTÁ EL PARTIDO LIBERAL?: JUAN MANUEL LÓPEZ EN SEMANA

¿DÓNDE ESTÁ EL PARTIDO LIBERAL?: JUAN MANUEL LÓPEZ EN SEMANA

LAS DECISIONES LIBERALES, RAMÓN ELEJALDE EN EL MUNDO


Las decisiones liberales
Ramón Elejalde Arbelaez
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Seguimiento de la noticia
Los parlamentarios liberales han decidido que el partido ingrese a formar parte de la coalición de gobierno y por lo tanto ponerle fin a la oposición que adelantó durante ocho años al Gobierno del presidente Uribe. Esa determinación se tomó con la negativa de honrosas, pero pocas excepciones.

De un partido del cual se apoderaron los parlamentarios desde hace muchos años, eso era lo previsible; con una clase política ávida de burocracia y de contratos no se podía esperar una decisión distinta y para muestra un botón: Dos congresistas fueron los más incisivos para que el Partido tomara la decisión, Edgar ‘Pote’ Gómez, presidente actual de la Cámara de Representantes y Germán Olano, el mismísimo que aparece hoy involucrado en el escándalo de marca mayor por unos contratos en el Distrito Capital. Al extremo de que desde lejos los liberales observábamos cómo estos dos parlamentarios le orientaban el Partido a Rafael Pardo. Si Pardo citaba a una reunión, pues antes lo hacían los dos parlamentarios citados, dejando la impresión de que la Dirección Liberal había perdido la gobernabilidad sobre los parlamentarios.

Fue una voltereta vergonzosa como ya lo había afirmado en estas columnas. Ningún dirigente político de los que participaron en esa inconsulta decisión sufrió algún daño en el cuerpo o en la salud con semejante acrobacia. Eso sí, el pueblo liberal estuvo ausente de toda decisión. Me dirán algunos, y no dejan de tener cierta razón, que los liberales rasos ya se habían ido para el uribismo: Unos lo hicieron de antaño, cuando decidieron apoyar al doctor Álvaro Uribe en sus dos gobiernos y por esa razón se vieron compelidos a matricularse en partidos políticos coyunturales, algunos de los cuales aún subsisten con éxito en la actualidad; otros lo hicieron recientemente cuando abandonaron al candidato liberal para brindarle su apoyo a Juan Manuel Santos, a Mockus o a Germán Vargas, pero el liberalismo debió hacer un profundo análisis sobre su real situación y luego de diagnosticar sus problemas hacer la reingeniería que fuera necesaria.

Como las decisiones fueron apresuradas, coyunturales e interesadas, seguramente la situación liberal continuará siendo todos los días más grave. Nada ha quedado solucionado fuera de los problemas personales de los congresistas. Vamos rumbo a ser un partido escalera (por donde otros ascienden al poder) y no una verdadera opción de gobierno. La grandeza del partido se ha ido quedando en un camino lleno de espinas y conducido por jefes como los olanos.

También pierde la democracia. El unanimismo es malo para Colombia, es pésimo para la democracia y de nada le sirve al gobernante. Le vamos dejando la oposición a los grupos armados y eso no es lo deseable. Obviamente que este escenario es el que ha buscado el Gobierno de Álvaro Uribe, al satanizar la oposición democrática. Ignacio Mejía, el editor político de EL MUNDO, me ha venido reclamando que dónde quedó la teoría del péndulo que yo he sostenido. Lo que debe entender Ignacio es que el partido Liberal no aceptó esperar el regreso del péndulo sino que decidió colgarse del mismo para no perder y así es muy fácil. La oposición exige sacrificios, la oposición significa dignidad, la oposición muestra otros caminos, otras opciones.

No se sabe qué es peor para una democracia: tener un partido único como sucedió con el PRI en México o tener partidos desinstitucionalizados, sin rumbo y sin ideologías, que solamente tienen sustento en contratos y en burocracia. Con el primero de los casos ya vimos las consecuencias que para la democracia mexicana significó un partido único, y en el segundo de los casos podemos situar a Colombia, donde la corrupción grosera que padecemos es consecuencia de un sistema de partidos melindrosos con el poder, afincados en contratos y en burocracia. Eso nos tiene perdidos.

Todo lo anterior no obsta para hacerle varios reconocimientos al doctor Juan Manuel Santos, presidente electo de los colombianos: 1- Está conformando un gabinete, hasta ahora, de personas de altas calidades. 2- Le viene poniendo fin a la belicosidad con la oposición, con los países vecinos, con las cortes y con todo el sistema judicial y 3- Viene pronunciando un discurso de estadista.

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Ramón Elejalde Arbelaez
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Los parlamentarios liberales han decidido que el partido ingrese a formar parte de la coalición de gobierno y por lo tanto ponerle fin a la oposición que adelantó durante ocho años al Gobierno del presidente Uribe. Esa determinación se tomó con la negativa de honrosas, pero pocas excepciones.

De un partido del cual se apoderaron los parlamentarios desde hace muchos años, eso era lo previsible; con una clase política ávida de burocracia y de contratos no se podía esperar una decisión distinta y para muestra un botón: Dos congresistas fueron los más incisivos para que el Partido tomara la decisión, Edgar ‘Pote’ Gómez, presidente actual de la Cámara de Representantes y Germán Olano, el mismísimo que aparece hoy involucrado en el escándalo de marca mayor por unos contratos en el Distrito Capital. Al extremo de que desde lejos los liberales observábamos cómo estos dos parlamentarios le orientaban el Partido a Rafael Pardo. Si Pardo citaba a una reunión, pues antes lo hacían los dos parlamentarios citados, dejando la impresión de que la Dirección Liberal había perdido la gobernabilidad sobre los parlamentarios.

Fue una voltereta vergonzosa como ya lo había afirmado en estas columnas. Ningún dirigente político de los que participaron en esa inconsulta decisión sufrió algún daño en el cuerpo o en la salud con semejante acrobacia. Eso sí, el pueblo liberal estuvo ausente de toda decisión. Me dirán algunos, y no dejan de tener cierta razón, que los liberales rasos ya se habían ido para el uribismo: Unos lo hicieron de antaño, cuando decidieron apoyar al doctor Álvaro Uribe en sus dos gobiernos y por esa razón se vieron compelidos a matricularse en partidos políticos coyunturales, algunos de los cuales aún subsisten con éxito en la actualidad; otros lo hicieron recientemente cuando abandonaron al candidato liberal para brindarle su apoyo a Juan Manuel Santos, a Mockus o a Germán Vargas, pero el liberalismo debió hacer un profundo análisis sobre su real situación y luego de diagnosticar sus problemas hacer la reingeniería que fuera necesaria.

Como las decisiones fueron apresuradas, coyunturales e interesadas, seguramente la situación liberal continuará siendo todos los días más grave. Nada ha quedado solucionado fuera de los problemas personales de los congresistas. Vamos rumbo a ser un partido escalera (por donde otros ascienden al poder) y no una verdadera opción de gobierno. La grandeza del partido se ha ido quedando en un camino lleno de espinas y conducido por jefes como los olanos.

También pierde la democracia. El unanimismo es malo para Colombia, es pésimo para la democracia y de nada le sirve al gobernante. Le vamos dejando la oposición a los grupos armados y eso no es lo deseable. Obviamente que este escenario es el que ha buscado el Gobierno de Álvaro Uribe, al satanizar la oposición democrática. Ignacio Mejía, el editor político de EL MUNDO, me ha venido reclamando que dónde quedó la teoría del péndulo que yo he sostenido. Lo que debe entender Ignacio es que el partido Liberal no aceptó esperar el regreso del péndulo sino que decidió colgarse del mismo para no perder y así es muy fácil. La oposición exige sacrificios, la oposición significa dignidad, la oposición muestra otros caminos, otras opciones.

No se sabe qué es peor para una democracia: tener un partido único como sucedió con el PRI en México o tener partidos desinstitucionalizados, sin rumbo y sin ideologías, que solamente tienen sustento en contratos y en burocracia. Con el primero de los casos ya vimos las consecuencias que para la democracia mexicana significó un partido único, y en el segundo de los casos podemos situar a Colombia, donde la corrupción grosera que padecemos es consecuencia de un sistema de partidos melindrosos con el poder, afincados en contratos y en burocracia. Eso nos tiene perdidos.

Todo lo anterior no obsta para hacerle varios reconocimientos al doctor Juan Manuel Santos, presidente electo de los colombianos: 1- Está conformando un gabinete, hasta ahora, de personas de altas calidades. 2- Le viene poniendo fin a la belicosidad con la oposición, con los países vecinos, con las cortes y con todo el sistema judicial y 3- Viene pronunciando un discurso de estadista.

martes, 22 de junio de 2010

EL SALTO AL VACÍO DE LOS LIBERALES: ANÁLISIS DE JORGE MEJÍA MARTÍNEZ EN CAJA DE HERRAMIENTAS

El salto al vacío de los liberales


Jorge Mejía Martínez
Economista y Analista Político

La aterrizada estrepitosa del ex presidente Cesar Gaviria en el Santismo, este miércoles pasado, selló la suerte del Partido Liberal. El ex presidente y los congresistas liberales hambreados de poder a costa de lo que sea, fueron recibidos por Juan Manuel con una mordaza en la boca. Prohibido referirse a los graves asuntos que alimentaron la oposición del liberalismo en los últimos 8 años. Llegan de rodillas con la dignidad del Partido en una bandeja. Pero alrededor del incidente César Gaviria-Álvaro Uribe, en las recientes horas, se han desprendido una serie de especulaciones que no dejan de ser interesantes. Por ejemplo, a Uribe no le gustó la enganchada de Gaviria a la campaña Santos con el beneplácito del candidato. ¿Hasta dónde avanzará la fisura? ¿Será posible prever que dada la intemperancia de Uribe, éste procure quedarse con el Partido de la U –es su único dueño- como su coraza para frentear tantas amenazas que se le vendrán encima y Juan Manuel termine desplazado del Partido que le dio el aval, obligado a tener que apoderase del Partido Liberal? El tiempo lo dirá.

Después del oxigeno recibido por la relativa buena participación en las elecciones del 14 de marzo para elegir Congreso, con cerca de dos millones de votos, el liberalismo calló en coma en las elecciones presidenciales del 30 de mayo. La decisión de Rafael Pardo, esa misma noche, de decretar la libertad de voto para el 20 de junio es un reconocimiento del estado de gravedad que aqueja al enfermo. La mayoría de la bancada parlamentaria liberal –responsable de la derrota del candidato en la primera vuelta, porque abierta o soterradamente apoyó a Santos- decidió entregar el paciente al candidato de la U para que le aplique la extremaunción o le de respiración artificial para sostener con precaria vida la criatura, pero sometida a su designio. Cualquier opción implica que el Partido Liberal renuncia a su renovación y depuración. La vocación de poder, perdida hace mucho rato, sigue engavetada.

¿Pero, cuál es la enfermedad? Consecuencia de su falta de sintonía con la población, completará 16 años sin ser Gobierno Nacional. Cuatro derrotas seguidas no hacen parte de su historia. Dejó de ser el partido mayoritario para ser uno más. El proceso 8000 continua cobrando la falta de tino para asumir como partido su responsabilidad política. El liberalismo como corriente política sigue teniendo una buena aceptación, pero el sentido de pertenencia no se ancló en el Partido que dice ser su depositario, sino en otras colectividades. Por ello se dice que hay más liberalismo que partido. Votaron más liberales por candidatos de otros partidos, en mayo, que por Rafael Pardo el aspirante oficial. El analista Humberto Molina, en el último número virtual de Razón Pública relacionó la creciente informalidad prevaleciente en Colombia, con el desapego de los ciudadanos hacia los partidos políticos.

Se demostró el pasado 30 de mayo que el Partido Liberal dejó de ser una organización nacional que responda a una estructura jerarquizada adoptada en un Congreso Nacional. La anarquía impide acatar las orientaciones y pautas acordadas. Escogió su candidato presidencial por consulta popular, para luego dejarlo tirado a la vera del camino. El Partido se convirtió en una entidad con capacidad para entregar avales a candidatos, en un alto porcentaje, cuyo interés es más personal que colectivo. Los cacicazgos regionales se encuentran a sus anchas en un conglomerado que, como carece de voluntad para ejercer poder nacional, no es selectivo ideológica, programática y éticamente con sus voceros y representantes locales y regionales. El caso de César Pérez en Antioquia es muy diciente: luego que la justicia lo condena, el Partido lo expulsa, lo vuelve a recibir, apoya a Pardo en la consulta, la justicia lo vuelve a condenar, apoya a Santos el 30 de mayo, el Partido lo vuelve a sancionar…el caso de este dirigente no es el único. Esa largueza ética y disciplinaria, con comportamientos corruptos, clientelistas y politiqueros, más un discurso programático ajeno a las expectativas de los pobladores de los grandes centros urbanos, dieron al traste con la presencia del liberalismo en las ciudades.

Desde Antioquia, en cabeza de un joven ex gobernador exitoso como Aníbal Gaviria Correa, se promueve la urgencia de la renovación y modernización del Partido Liberal. La necesidad de adoptar una nueva agenda programática para el país y darle oportunidades a nuevos sectores sociales como los jóvenes y las mujeres, fueron las banderas de Aníbal Gaviria en la consulta popular. Fue el único precandidato que logró movilizar sectores poblacionales nuevos en la consulta. No aceptó la cabeza de lista para el Senado de la República ofrecida por el Jefe del Partido, pero cumplidor de su palabra acompañó hasta el final a Rafael Pardo, como formula. Aportó sensibilidad y compromiso para diseñar la interesante propuesta social del liberalismo en la contienda presidencial. Aníbal y Rafael, se convirtieron en una piedra en el zapato para los sectores retardatarios, mayoritarios, incrustados como bancada en el Congreso de la República. La correlación de fuerzas interna es favorable para quienes quieren promover un evento nacional del liberalismo para sellar la entrega del partido a los posibles ganadores de este 20 de junio. Lo que implicará una involución a favor de las clientelas, ausentes a cualquier convocatoria de renovación y depuración. ¿Con unas mayorías tan aplastantes en el parlamento reacias al cambio de verdad, se justificará la lucha desde el interior del liberalismo? Es la pregunta del millón. ¿Qué es más significativo: renovar el quehacer político de un partido o el quehacer general en el país? ¿Cómo?

Somos convencidos de la necesidad de los partidos políticos para la preservación de la democracia. Partidos sintonizados con la población y fuertes por su capacidad de convocar. Partidos para hacer política y gobernar con decencia y compromiso. La antipolitica, como el clientelismo, distancian a los pobladores de la actividad política y sus instrumentos, los partidos. La política y los partidos hay que dignificarlos YA, no pasado mañana. Está en juego la democracia y la posibilidad de acabar con la pobreza y la miseria. Está en juego el futuro de este país. PERO EL PANORAMA ES DESOLADOR.

¿Si un liberal angustiado pero con ganas de aportar compromiso social, capacidad de trabajo y voluntad para que lo público, la política y los partidos no sean sinónimo de corrupción y menosprecio colectivos, mira para todos los lados del escenario actual, qué encuentra como opciones? Muy poco, casi nada.

El Partido de la U no apetece por su origen caudillista, su orientación hacia la derecha extrema, su composición repulsiva por ser albergue de todo tipo de políticos decentes e indecentes, muchos medrosos del poder con sus dadivas y gabelas; partido paraguas. El Partido Conservador descartado por muchas cosas, una de ellas porque quedó en manos de Andrés Felipe Arias, sinónimo de sinvergüencería. Cambio Radical es un partido sin identidad, construido para forjar una candidatura presidencial desde el radicalismo de derecha. El Polo Democrático acumula tantas tensiones internas por culpa de la preeminencia de corrientes anquilosadas y dogmáticas, que es mejor no acercarse, a no ser para dar rienda al masoquismo. El Partido Verde: ¿Qué es? No se entiende el argumento de que no era posible hacer alianzas de cara a la segunda vuelta para evitar la “desconfiguración de los partidos” y ¿es que el verde está muy configurado ideológica, política y organizativamente? Su postura frente al quehacer político – rechazo a las alianzas políticas, acuerdos programáticos, unidad de acción, proselitismo organizado etc.- es por lo menos soberbia e infantil. El sólo discurso de la ética y la moralidad públicas no es suficiente para construir un proyecto político con horizonte. Aunque hoy es pertinente, diferenciador y por eso el voto nuestro por el candidato verde este domingo. Pero reitero, es insuficiente para generar identidad programática y de acción como organización. Falta ver hasta donde la dirigencia tan diversa, con tantos matices y tonalidades no siempre confluyentes, como la ejercida por los cuatro ex alcaldes y la bancada parlamentaria verde, permitirá la autocritica, el debate, el disenso y la participación democrática de abajo hacia arriba. Pero los vedes tienen su atractivo. Ojala el imán no sea simplemente por ser un partido nuevo.

El próximo round dentro del Partido Liberal se dará en las elecciones locales y regionales de octubre de 2011. Será la oportunidad, de pronto final, para calibrar la viabilidad de desparlamentarizar el liberalismo, reconstruirlo de abajo hacia arriba desde lo territorial, sin arriar las banderas programáticas de por Una Colombia Justa enarboladas en la campaña presidencial, comprometido en la lucha contra la corrupción y el clientelismo. Difícil la tarea, casi imposible.


Se permite la reproducción de nuestros artículos siempre y cuando se cite la fuente.

EL SALTO AL VACÍO DE LOS LIBERALES: ANÁLISIS DE JORGE MEJÍA MARTÍNEZ EN CAJA DE HERRAMIENTAS

El salto al vacío de los liberales


Jorge Mejía Martínez
Economista y Analista Político

La aterrizada estrepitosa del ex presidente Cesar Gaviria en el Santismo, este miércoles pasado, selló la suerte del Partido Liberal. El ex presidente y los congresistas liberales hambreados de poder a costa de lo que sea, fueron recibidos por Juan Manuel con una mordaza en la boca. Prohibido referirse a los graves asuntos que alimentaron la oposición del liberalismo en los últimos 8 años. Llegan de rodillas con la dignidad del Partido en una bandeja. Pero alrededor del incidente César Gaviria-Álvaro Uribe, en las recientes horas, se han desprendido una serie de especulaciones que no dejan de ser interesantes. Por ejemplo, a Uribe no le gustó la enganchada de Gaviria a la campaña Santos con el beneplácito del candidato. ¿Hasta dónde avanzará la fisura? ¿Será posible prever que dada la intemperancia de Uribe, éste procure quedarse con el Partido de la U –es su único dueño- como su coraza para frentear tantas amenazas que se le vendrán encima y Juan Manuel termine desplazado del Partido que le dio el aval, obligado a tener que apoderase del Partido Liberal? El tiempo lo dirá.

Después del oxigeno recibido por la relativa buena participación en las elecciones del 14 de marzo para elegir Congreso, con cerca de dos millones de votos, el liberalismo calló en coma en las elecciones presidenciales del 30 de mayo. La decisión de Rafael Pardo, esa misma noche, de decretar la libertad de voto para el 20 de junio es un reconocimiento del estado de gravedad que aqueja al enfermo. La mayoría de la bancada parlamentaria liberal –responsable de la derrota del candidato en la primera vuelta, porque abierta o soterradamente apoyó a Santos- decidió entregar el paciente al candidato de la U para que le aplique la extremaunción o le de respiración artificial para sostener con precaria vida la criatura, pero sometida a su designio. Cualquier opción implica que el Partido Liberal renuncia a su renovación y depuración. La vocación de poder, perdida hace mucho rato, sigue engavetada.

¿Pero, cuál es la enfermedad? Consecuencia de su falta de sintonía con la población, completará 16 años sin ser Gobierno Nacional. Cuatro derrotas seguidas no hacen parte de su historia. Dejó de ser el partido mayoritario para ser uno más. El proceso 8000 continua cobrando la falta de tino para asumir como partido su responsabilidad política. El liberalismo como corriente política sigue teniendo una buena aceptación, pero el sentido de pertenencia no se ancló en el Partido que dice ser su depositario, sino en otras colectividades. Por ello se dice que hay más liberalismo que partido. Votaron más liberales por candidatos de otros partidos, en mayo, que por Rafael Pardo el aspirante oficial. El analista Humberto Molina, en el último número virtual de Razón Pública relacionó la creciente informalidad prevaleciente en Colombia, con el desapego de los ciudadanos hacia los partidos políticos.

Se demostró el pasado 30 de mayo que el Partido Liberal dejó de ser una organización nacional que responda a una estructura jerarquizada adoptada en un Congreso Nacional. La anarquía impide acatar las orientaciones y pautas acordadas. Escogió su candidato presidencial por consulta popular, para luego dejarlo tirado a la vera del camino. El Partido se convirtió en una entidad con capacidad para entregar avales a candidatos, en un alto porcentaje, cuyo interés es más personal que colectivo. Los cacicazgos regionales se encuentran a sus anchas en un conglomerado que, como carece de voluntad para ejercer poder nacional, no es selectivo ideológica, programática y éticamente con sus voceros y representantes locales y regionales. El caso de César Pérez en Antioquia es muy diciente: luego que la justicia lo condena, el Partido lo expulsa, lo vuelve a recibir, apoya a Pardo en la consulta, la justicia lo vuelve a condenar, apoya a Santos el 30 de mayo, el Partido lo vuelve a sancionar…el caso de este dirigente no es el único. Esa largueza ética y disciplinaria, con comportamientos corruptos, clientelistas y politiqueros, más un discurso programático ajeno a las expectativas de los pobladores de los grandes centros urbanos, dieron al traste con la presencia del liberalismo en las ciudades.

Desde Antioquia, en cabeza de un joven ex gobernador exitoso como Aníbal Gaviria Correa, se promueve la urgencia de la renovación y modernización del Partido Liberal. La necesidad de adoptar una nueva agenda programática para el país y darle oportunidades a nuevos sectores sociales como los jóvenes y las mujeres, fueron las banderas de Aníbal Gaviria en la consulta popular. Fue el único precandidato que logró movilizar sectores poblacionales nuevos en la consulta. No aceptó la cabeza de lista para el Senado de la República ofrecida por el Jefe del Partido, pero cumplidor de su palabra acompañó hasta el final a Rafael Pardo, como formula. Aportó sensibilidad y compromiso para diseñar la interesante propuesta social del liberalismo en la contienda presidencial. Aníbal y Rafael, se convirtieron en una piedra en el zapato para los sectores retardatarios, mayoritarios, incrustados como bancada en el Congreso de la República. La correlación de fuerzas interna es favorable para quienes quieren promover un evento nacional del liberalismo para sellar la entrega del partido a los posibles ganadores de este 20 de junio. Lo que implicará una involución a favor de las clientelas, ausentes a cualquier convocatoria de renovación y depuración. ¿Con unas mayorías tan aplastantes en el parlamento reacias al cambio de verdad, se justificará la lucha desde el interior del liberalismo? Es la pregunta del millón. ¿Qué es más significativo: renovar el quehacer político de un partido o el quehacer general en el país? ¿Cómo?

Somos convencidos de la necesidad de los partidos políticos para la preservación de la democracia. Partidos sintonizados con la población y fuertes por su capacidad de convocar. Partidos para hacer política y gobernar con decencia y compromiso. La antipolitica, como el clientelismo, distancian a los pobladores de la actividad política y sus instrumentos, los partidos. La política y los partidos hay que dignificarlos YA, no pasado mañana. Está en juego la democracia y la posibilidad de acabar con la pobreza y la miseria. Está en juego el futuro de este país. PERO EL PANORAMA ES DESOLADOR.

¿Si un liberal angustiado pero con ganas de aportar compromiso social, capacidad de trabajo y voluntad para que lo público, la política y los partidos no sean sinónimo de corrupción y menosprecio colectivos, mira para todos los lados del escenario actual, qué encuentra como opciones? Muy poco, casi nada.

El Partido de la U no apetece por su origen caudillista, su orientación hacia la derecha extrema, su composición repulsiva por ser albergue de todo tipo de políticos decentes e indecentes, muchos medrosos del poder con sus dadivas y gabelas; partido paraguas. El Partido Conservador descartado por muchas cosas, una de ellas porque quedó en manos de Andrés Felipe Arias, sinónimo de sinvergüencería. Cambio Radical es un partido sin identidad, construido para forjar una candidatura presidencial desde el radicalismo de derecha. El Polo Democrático acumula tantas tensiones internas por culpa de la preeminencia de corrientes anquilosadas y dogmáticas, que es mejor no acercarse, a no ser para dar rienda al masoquismo. El Partido Verde: ¿Qué es? No se entiende el argumento de que no era posible hacer alianzas de cara a la segunda vuelta para evitar la “desconfiguración de los partidos” y ¿es que el verde está muy configurado ideológica, política y organizativamente? Su postura frente al quehacer político – rechazo a las alianzas políticas, acuerdos programáticos, unidad de acción, proselitismo organizado etc.- es por lo menos soberbia e infantil. El sólo discurso de la ética y la moralidad públicas no es suficiente para construir un proyecto político con horizonte. Aunque hoy es pertinente, diferenciador y por eso el voto nuestro por el candidato verde este domingo. Pero reitero, es insuficiente para generar identidad programática y de acción como organización. Falta ver hasta donde la dirigencia tan diversa, con tantos matices y tonalidades no siempre confluyentes, como la ejercida por los cuatro ex alcaldes y la bancada parlamentaria verde, permitirá la autocritica, el debate, el disenso y la participación democrática de abajo hacia arriba. Pero los vedes tienen su atractivo. Ojala el imán no sea simplemente por ser un partido nuevo.

El próximo round dentro del Partido Liberal se dará en las elecciones locales y regionales de octubre de 2011. Será la oportunidad, de pronto final, para calibrar la viabilidad de desparlamentarizar el liberalismo, reconstruirlo de abajo hacia arriba desde lo territorial, sin arriar las banderas programáticas de por Una Colombia Justa enarboladas en la campaña presidencial, comprometido en la lucha contra la corrupción y el clientelismo. Difícil la tarea, casi imposible.


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jueves, 17 de junio de 2010

EL PARTIDO LIBERAL ESTÁ FRACCIONADO: ENTREVISTA DE ANÍBAL GAVIRIA EN EL NUEVO SIGLO

Hay fragmentación del Partido Liberal: Aníbal Gaviria

Miércoles, 16 de Junio de 2010 00:00
Por Gabriel Sonny Cubillos
Periodista de EL NUEVO SIGLO

LOS RESULTADOS apenas aceptables de las parlamentarias y los
deficientes de las presidenciales, así como la posición mayoritaria de
la bancada de apoyar en segunda vuelta al candidato de La U, Juan
Manuel Santos, han configurado un escenario de posiciones encontradas
en el Partido Liberal, situación por ahora capeada con la decisión del
director de la colectividad, Rafael Pardo, al dejar en libertad a la
militancia de votar este domingo.

Sin embargo, el mayor reto para la colectividad vendrá a partir de la
próxima semana, cuando deberá definir y salir unida, si camina de la
mano del próximo gobierno, que en el caso de que sea Santos, pondría
punto final a ocho años de oposición al gobierno uribista.

Este Diario consultó al ex candidato a la Vicepresidencia, Aníbal
Gaviria, sobre cómo ve el futuro de su Partido, pues en su caso
personal anunció que el domingo respaldará a Mockus.

EL NUEVO SIGLO: Se dice que un 85% del Partido Liberal está con Santos
para las elecciones de este domingo, ¿hay división en la colectividad
por este apoyo?
ANÍBAL GAVIRIA CORREA: Obviamente que después de las elecciones del 30
de mayo se han presentado varias tendencias al interior del Partido y
por eso la decisión de dejar a los militantes en libertad para que
decidan su voto, y allí hay unos que han decidido votar por Santos
otros por Mockus, otros abstenerse y otros votar en blanco. Entonces,
no se puede ocultar que hay una situación de fragmentación del
Partido, pero vamos a tratar que eso no se constituya en una explosión
definitiva del Partido.

ENS: ¿Entonces considera que lo que se cocina al interior, si no se
ataja a tiempo, puede amenazar la pervivencia del liberalismo?
AGC: Para nadie es un secreto que el Partido está en crisis, eso no lo
puede ocultar nadie y creo que nadie está tratando de hacerlo, lo
mismo que el Partido Conservador. Partidos que en un momento tuvieron
3, 4 y 5 millones de votos, sacaron menos de un millón de votos en las
elecciones del 30 de mayo, esa es una realidad. Y que además hay
fragmentación y hay división, ahora que eso se vaya convertir en la
desaparición de los partidos Conservador y Liberal yo no creo. Yo por
el contrario considero que eso en el Partido Liberal puede y debe
posibilitar una reflexión interna que contribuya a la dinámica futura
del Partido. Yo por ejemplo creo que es el momento para que el Partido
dé un paso de renovación, un paso de refrescamiento tanto de la
dirigencia como de los estilos de hacer política.

ENS: La libertad de voto a sus militantes se entiende como una
decisión frente a la coyuntura de los comicios presidenciales, pero
¿cuándo se decidirá si el Partido se mantiene en la oposición o
trabajará de la mano del nuevo gobierno?
AGC: Es algo que se va a definir cuando se defina, entre otros, el
próximo gobierno, cuando se defina además el estilo y la fórmula en la
que el próximo gobierno quiera relacionarse con otros partidos. De ser
elegido el doctor Juan Manuel Santos, él ya ha hablado de un gran
acuerdo nacional y creo que ese acuerdo nacional, por obvias razones,
no es un acuerdo en que esté invitando él únicamente a sus partidarios
y a quienes lo acompañaron porque ese no sería acuerdo nacional, sino
también a sus contradictores y a los partidos diferentes a los
uribistas. Si ese sería el próximo gobierno, creo que el Partido
Liberal debería apoyar los propósitos nacionales dentro del acuerdo
nacional y que contribuyan a la solución de los principales problemas
del país.

ENS: El parlamentario Germán Olano, una de las cabezas visibles de los
congresistas que apoyan la aspiración de Santos, ha señalado que el
liberalismo está en el santismo, ¿qué opina de esa afirmación?
AGC: A mí nunca me han gustado los temas de apellidos, que gavirismo,
que samperismo, que santismo. Yo creo que el liberalismo está en el
liberalismo.
Lo que hay en Colombia es mucho liberalismo, lo que pasa es que en el
Partido Liberal buena parte de los líderes no han sabido interpretar
ese liberalismo, pero él mismo está allí. Hay liberalismo en La U, en
Cambio Radical, hay liberalismo por supuesto en el Partido Liberal,
entonces el reto del Partido liberal hacia el futuro es recoger ese
liberalismo.

ENS: ¿Qué sabe de que el ex presidente César Gaviria adheriría esta
semana a la candidatura de Santos?
AGC: No tengo ni idea pero me parece que puede hacerlo perfectamente o
a cualquier otro candidato porque el Partido Liberal ha dejado en
libertad a sus seguidores y su militancia.

EL PARTIDO LIBERAL ESTÁ FRACCIONADO: ENTREVISTA DE ANÍBAL GAVIRIA EN EL NUEVO SIGLO

Hay fragmentación del Partido Liberal: Aníbal Gaviria

Miércoles, 16 de Junio de 2010 00:00
Por Gabriel Sonny Cubillos
Periodista de EL NUEVO SIGLO

LOS RESULTADOS apenas aceptables de las parlamentarias y los
deficientes de las presidenciales, así como la posición mayoritaria de
la bancada de apoyar en segunda vuelta al candidato de La U, Juan
Manuel Santos, han configurado un escenario de posiciones encontradas
en el Partido Liberal, situación por ahora capeada con la decisión del
director de la colectividad, Rafael Pardo, al dejar en libertad a la
militancia de votar este domingo.

Sin embargo, el mayor reto para la colectividad vendrá a partir de la
próxima semana, cuando deberá definir y salir unida, si camina de la
mano del próximo gobierno, que en el caso de que sea Santos, pondría
punto final a ocho años de oposición al gobierno uribista.

Este Diario consultó al ex candidato a la Vicepresidencia, Aníbal
Gaviria, sobre cómo ve el futuro de su Partido, pues en su caso
personal anunció que el domingo respaldará a Mockus.

EL NUEVO SIGLO: Se dice que un 85% del Partido Liberal está con Santos
para las elecciones de este domingo, ¿hay división en la colectividad
por este apoyo?
ANÍBAL GAVIRIA CORREA: Obviamente que después de las elecciones del 30
de mayo se han presentado varias tendencias al interior del Partido y
por eso la decisión de dejar a los militantes en libertad para que
decidan su voto, y allí hay unos que han decidido votar por Santos
otros por Mockus, otros abstenerse y otros votar en blanco. Entonces,
no se puede ocultar que hay una situación de fragmentación del
Partido, pero vamos a tratar que eso no se constituya en una explosión
definitiva del Partido.

ENS: ¿Entonces considera que lo que se cocina al interior, si no se
ataja a tiempo, puede amenazar la pervivencia del liberalismo?
AGC: Para nadie es un secreto que el Partido está en crisis, eso no lo
puede ocultar nadie y creo que nadie está tratando de hacerlo, lo
mismo que el Partido Conservador. Partidos que en un momento tuvieron
3, 4 y 5 millones de votos, sacaron menos de un millón de votos en las
elecciones del 30 de mayo, esa es una realidad. Y que además hay
fragmentación y hay división, ahora que eso se vaya convertir en la
desaparición de los partidos Conservador y Liberal yo no creo. Yo por
el contrario considero que eso en el Partido Liberal puede y debe
posibilitar una reflexión interna que contribuya a la dinámica futura
del Partido. Yo por ejemplo creo que es el momento para que el Partido
dé un paso de renovación, un paso de refrescamiento tanto de la
dirigencia como de los estilos de hacer política.

ENS: La libertad de voto a sus militantes se entiende como una
decisión frente a la coyuntura de los comicios presidenciales, pero
¿cuándo se decidirá si el Partido se mantiene en la oposición o
trabajará de la mano del nuevo gobierno?
AGC: Es algo que se va a definir cuando se defina, entre otros, el
próximo gobierno, cuando se defina además el estilo y la fórmula en la
que el próximo gobierno quiera relacionarse con otros partidos. De ser
elegido el doctor Juan Manuel Santos, él ya ha hablado de un gran
acuerdo nacional y creo que ese acuerdo nacional, por obvias razones,
no es un acuerdo en que esté invitando él únicamente a sus partidarios
y a quienes lo acompañaron porque ese no sería acuerdo nacional, sino
también a sus contradictores y a los partidos diferentes a los
uribistas. Si ese sería el próximo gobierno, creo que el Partido
Liberal debería apoyar los propósitos nacionales dentro del acuerdo
nacional y que contribuyan a la solución de los principales problemas
del país.

ENS: El parlamentario Germán Olano, una de las cabezas visibles de los
congresistas que apoyan la aspiración de Santos, ha señalado que el
liberalismo está en el santismo, ¿qué opina de esa afirmación?
AGC: A mí nunca me han gustado los temas de apellidos, que gavirismo,
que samperismo, que santismo. Yo creo que el liberalismo está en el
liberalismo.
Lo que hay en Colombia es mucho liberalismo, lo que pasa es que en el
Partido Liberal buena parte de los líderes no han sabido interpretar
ese liberalismo, pero él mismo está allí. Hay liberalismo en La U, en
Cambio Radical, hay liberalismo por supuesto en el Partido Liberal,
entonces el reto del Partido liberal hacia el futuro es recoger ese
liberalismo.

ENS: ¿Qué sabe de que el ex presidente César Gaviria adheriría esta
semana a la candidatura de Santos?
AGC: No tengo ni idea pero me parece que puede hacerlo perfectamente o
a cualquier otro candidato porque el Partido Liberal ha dejado en
libertad a sus seguidores y su militancia.

martes, 15 de junio de 2010

EL LIBERALISMO EN EL PORVENIR (1): OTTO MORALES EN EL MUNDO


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El liberalismo en el porvenir (1)
Otto Morales
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Con motivo de las elecciones pasadas, varios liberales me han escrito preguntándome por el destino del partido. No tengo dudas: es el mayoritario del país: desde la primera elección en Colombia para elegir constituyentes para la reunión de Ocaña, cuando Santander derrotó el ímpetu reaccionario de Bolívar. La colectividad ha tenido tropiezos, pero siempre ha resurgido con sus mayorías triunfantes. Y así sucederá en el futuro. No hay que acomodarse en el pesimismo.

Aquí han pasado acontecimientos que le han hecho daño al partido. Pero que no lo han destruìdo.

La constitución de 1991 – el Embeleco Jurídico con el cual han despistado al país – trató de disolver los partidos colombianos. Con sus artículos y sus reglamentaciones, han conducido a rupturas dañinas con la opinión del país.

Autorizar que con veinticinco mil votos o con veinticinco mil firmas, se podría crear un partido, era abonar un desorden en las colectividades partidistas. Y lo lograron en el liberalismo y en el conservatismo. Pero sus huestes están dispersas, pero no han desaparecido. El liberalismo siempre ha mostrado su poderío.

Inclusive en las últimas elecciones, la masa liberal allí está. El pueblo vota por lo que él cree que son disidencias del partido. Porque sus Jefes han salido de sus toldas. No vienen de otra parte. Los liberales atienden en esas causas electorales, voces de actores que tienen viejas raíces en el liberalismo. Como, por ejemplo, los de la “U” votan por un Santos, apellido que es gloria doctrinaria en la vida de nuestra colectividad. Otros lo hacen por Vargas Lleras, evocando la memoria de su abuelo, quien defendió al liberalismo en La Violencia y lo condujo al entendimiento nacional del Frente Nacional, acentuando los deberes sociales de éste. Algunos han desembocado en el Polo porque entienden que el partido ha dejado, en receso, su lucha a favor de los marginados económica, política, cultural, socialmente. Pero allí están las mayorías liberales. No han desaparecido ni van a desaparecer.

Al partido liberal le ha decretado muchas veces su muerte. La última vez, cuando arreció La Violencia que comenzó en 1946, con el propósito firme de eliminar su mayoría. No fuè así: cuando la elección Presidencial - sumando los votos de Gabriel Turbay y los de Jorge Eliécer Gaitán, - el partido obtuvo mayoría. Y, luego, en las siguientes elecciones de senadores, representantes y diputados, volvimos a expresar nuestro predominio numérico electoral.

En el último tiempo, se ha descuidado la organización de base – a nivel de localidades, pueblos, barrios y veredas – y ello nos ha alejado gentes, pero no han dejado de tener su vocación por la democracia, la libertad, y rechazar la discriminación política, religiosa, económica. Igualmente, la táctica, a nivel departamental, se ha debilitado. Pero seguimos siendo un partido de las continuas reformas en servicio de los màs apartados de los beneficios de la suerte económico – social. El sentido revolucionario – sin violencia – es aliento permanente de las acciones del liberalismo. Y lo que prima y propone, es en servicio del engrandecimiento de Colombia.

Una advertencia: no decir que La Violencia comenzó el 9 de abril con el asesinato de Gaitán. Este caudillo ya había realizado la “Manifestación del Silencio”, en febrero, porque ya había màs de trescientos mil muertos liberales. Su discurso fue pidiendo la paz. Es una pieza de gran aliento espiritual; de nobilísimas palabras solicitando que apaciguaran los disparos de policías, militares y pájaros.

Otra frase que tampoco es aceptable, es que “La
Violencia fue una guerra civil no declarada”. Contra el gobierno no existió ni resistencia, ni ataque, ni desconocimiento, de su legitimidad.

Las guerrillas aparecieron dos o tres años después de avanzar en el crimen contra nuestros copartidarios. Son dos frases de los conservadores para despistar a los futuros historiadores.

Rafael Pardo ha dicho, en “Semana”, que se dedicará a la reconstrucción del poderío liberal. Que lo hará a nivel local. Es una propuesta de esperanza. Hay que declararlo: nuestras gentes han estado, en los últimos años, muy abandonadas. Cada liberal tiene un deber de luchar por el futuro del partido. No hay que olvidar que nuestros afanes, son con la comunidad. Los partidos son los que arman las ilusiones y logran las realizaciones que anhela el pueblo. Los partidos no son simples organizaciones electorales, sino centros doctrinarios que le señalan el destino a la patria.

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Con motivo de las elecciones pasadas, varios liberales me han escrito preguntándome por el destino del partido. No tengo dudas: es el mayoritario del país: desde la primera elección en Colombia para elegir constituyentes para la reunión de Ocaña, cuando Santander derrotó el ímpetu reaccionario de Bolívar. La colectividad ha tenido tropiezos, pero siempre ha resurgido con sus mayorías triunfantes. Y así sucederá en el futuro. No hay que acomodarse en el pesimismo.

Aquí han pasado acontecimientos que le han hecho daño al partido. Pero que no lo han destruìdo.

La constitución de 1991 – el Embeleco Jurídico con el cual han despistado al país – trató de disolver los partidos colombianos. Con sus artículos y sus reglamentaciones, han conducido a rupturas dañinas con la opinión del país.

Autorizar que con veinticinco mil votos o con veinticinco mil firmas, se podría crear un partido, era abonar un desorden en las colectividades partidistas. Y lo lograron en el liberalismo y en el conservatismo. Pero sus huestes están dispersas, pero no han desaparecido. El liberalismo siempre ha mostrado su poderío.

Inclusive en las últimas elecciones, la masa liberal allí está. El pueblo vota por lo que él cree que son disidencias del partido. Porque sus Jefes han salido de sus toldas. No vienen de otra parte. Los liberales atienden en esas causas electorales, voces de actores que tienen viejas raíces en el liberalismo. Como, por ejemplo, los de la “U” votan por un Santos, apellido que es gloria doctrinaria en la vida de nuestra colectividad. Otros lo hacen por Vargas Lleras, evocando la memoria de su abuelo, quien defendió al liberalismo en La Violencia y lo condujo al entendimiento nacional del Frente Nacional, acentuando los deberes sociales de éste. Algunos han desembocado en el Polo porque entienden que el partido ha dejado, en receso, su lucha a favor de los marginados económica, política, cultural, socialmente. Pero allí están las mayorías liberales. No han desaparecido ni van a desaparecer.

Al partido liberal le ha decretado muchas veces su muerte. La última vez, cuando arreció La Violencia que comenzó en 1946, con el propósito firme de eliminar su mayoría. No fuè así: cuando la elección Presidencial - sumando los votos de Gabriel Turbay y los de Jorge Eliécer Gaitán, - el partido obtuvo mayoría. Y, luego, en las siguientes elecciones de senadores, representantes y diputados, volvimos a expresar nuestro predominio numérico electoral.

En el último tiempo, se ha descuidado la organización de base – a nivel de localidades, pueblos, barrios y veredas – y ello nos ha alejado gentes, pero no han dejado de tener su vocación por la democracia, la libertad, y rechazar la discriminación política, religiosa, económica. Igualmente, la táctica, a nivel departamental, se ha debilitado. Pero seguimos siendo un partido de las continuas reformas en servicio de los màs apartados de los beneficios de la suerte económico – social. El sentido revolucionario – sin violencia – es aliento permanente de las acciones del liberalismo. Y lo que prima y propone, es en servicio del engrandecimiento de Colombia.

Una advertencia: no decir que La Violencia comenzó el 9 de abril con el asesinato de Gaitán. Este caudillo ya había realizado la “Manifestación del Silencio”, en febrero, porque ya había màs de trescientos mil muertos liberales. Su discurso fue pidiendo la paz. Es una pieza de gran aliento espiritual; de nobilísimas palabras solicitando que apaciguaran los disparos de policías, militares y pájaros.

Otra frase que tampoco es aceptable, es que “La
Violencia fue una guerra civil no declarada”. Contra el gobierno no existió ni resistencia, ni ataque, ni desconocimiento, de su legitimidad.

Las guerrillas aparecieron dos o tres años después de avanzar en el crimen contra nuestros copartidarios. Son dos frases de los conservadores para despistar a los futuros historiadores.

Rafael Pardo ha dicho, en “Semana”, que se dedicará a la reconstrucción del poderío liberal. Que lo hará a nivel local. Es una propuesta de esperanza. Hay que declararlo: nuestras gentes han estado, en los últimos años, muy abandonadas. Cada liberal tiene un deber de luchar por el futuro del partido. No hay que olvidar que nuestros afanes, son con la comunidad. Los partidos son los que arman las ilusiones y logran las realizaciones que anhela el pueblo. Los partidos no son simples organizaciones electorales, sino centros doctrinarios que le señalan el destino a la patria.

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Apreciado doctor Pardo: Antes que todo, mi cordial y liberal saludo. Doy respuesta al mensaje de agradecimiento que he recibido de usted por el constante apoyo que desde mi modesta posición de articulista del periódico EL MUNDO le presté a su campaña. No es la primera vez que lo hago con los candidatos del Partido, pues jamás he defeccionado en mis largos años que vengo sirviéndolo con absoluto desinterés personal, y en mi talante liberal no hallo la posibilidad de que algún día vaya a traicionarlo.

Usted ganó la consulta y en sus manos quedó la bandera, sí, pero no toda la responsabilidad de sacarla victoriosa como algunos copartidarios injustamente lo pretenden, porque con excepción de su fórmula presidencial, doctor Aníbal Gaviria Correa, los demás precandidatos no entregaron toda su voluntad en favor de la causa. Eso fue evidente y no trate usted de excusarlos haciendo uso de su excesiva comprensión. Lo de Gómez Méndez, y hay otros más, es inexplicable, para dar un solo ejemplo de debilidad política y de fácil entreguismo.

Pero tampoco la mayoría de los congresistas elegidos con el voto liberal respondieron como era su deber.

Usted me dispensará por hacerle en este momento una sugerencia o al menos dejarle expresado mi pensamiento de liberal. De verdad creo que no es lo más conveniente celebrar pactos de ninguna naturaleza con el señor Juan Manuel Santos ni ahora ni después de las elecciones del 20 de junio. Sobran las razones que usted conoce mejor que el suscrito, lo cual me absuelve de la necesidad de insistir en ellas. Ahora bien: como consecuencia de esta opinión muy personal, lo más natural es que el Liberalismo se constituya en oposición democrática seria y constructiva pero firme en el Congreso, así como lo ha hecho históricamente en casos similares. El Liberalismo no puede quedar huérfano de programas propios, de metas inmediatas y mediatas que justifiquen su presencia en el escenario de la contienda política. Ciento cincuenta años de vida republicana sería indigno dejarlos perder subsumidos en un partido de ayer, sin ninguna finalidad distinta a la de usufructuar un presupuesto oficial y satisfacer una vanidad personal.

Usted sabe doctor Pardo que Juan Manuel Santos hizo tránsito a un partido distinto, porque la “U” no es liberal de izquierda, ni de centro, ni de nada y, antes bien, en muchas ocasiones en sus discursos e intervenciones públicas, ha atacado con saña sus postulados y dirigencia. Él se ha constituido hoy en el director de la más cruda reacción de la derecha colombiana y eso es diametralmente incompatible con nuestro Partido.

Apoyarlo sería tanto como absolver en bloque las faltas por las cuales el Liberalismo se distanció del gobierno.

Mi pregunta, doctor Pardo, es si vamos a ser en adelante opción de poder o si renunciamos a nuestros derechos legítimos de vivir como liberales, así como lo hemos sido durante más de siglo y medio. Si vamos a tener una Dirección Nacional Liberal que continúe ocupando la Casa del Partido, o si la entregamos en comodato a los escurridizos que salieron en estampida detrás de los puestos y contratos. Me resisto a creer y a aceptar doctor Pardo que este traspié, entre los mil que ha sufrido el Liberalismo a lo largo de su brillante trayectoria más que centenaria, nos suma en la confusión haciéndonos pensar que hemos traspasado la línea del no retorno. Imposible. La consigna de “fe y dignidad” que nos mantuvo dispuestos a soportar una época tan oscura o más oscura que la presente, tiene que repetirse hoy. Por eso mi última propuesta doctor Pardo.

Esta propuesta debe salir de usted y de sus asesores inmediatos: la convocatoria a un Congreso Liberal extraordinario que lo faculte a usted o a quien haya de sucederlo, para proclamar la oposición. Uribe Uribe fue una voz solitaria en el Senado durante la llamada hegemonía conservadora, y la última etapa del gobierno de Mariano Ospina y los cuatro años de Laureano Gómez y Eduardo Zuleta, se ejercieron con los jefes liberales en el exilio y sin su participación burocrática. Sería inconcebible entonces, que no tuviéramos hoy uno siquiera de los congresistas entre los elegidos con nuestros votos, que asuma ese papel. Pero de seguro que no será uno sólo. El Liberalismo no ha muerto.

No vamos a permitir que se nos expida una temprana acta de defunción, menos por quienes carecen de autoridad moral.

Reciba mis felicitaciones por la manera como usted y su compañero de fórmula Aníbal Gaviria Correa condujeron el Liberalismo y mi respeto por la decencia y firmeza que demostraron.

Post Scriptum: 1. Hablando de puñaladas, esta vez al Partido Liberal, dice César: “¿tu también Simón, hijo mío?”. 2. ¡Qué ejemplo el de los congresistas Juan Manuel Galán y David Luna al permanecer leales a su Partido! Ellos tendrán un porvenir político importante dentro del Liberalismo. No se han dejado seducir por el santismo. No se fueron con la recua. 3. Un amigo ex liberal (santista) me pregunta ufano: ¿Qué le pasó al Liberalismo? La respuesta que le di amistosamente fue: Se purgó y expulsó los parásitos que lo enfermaban. 4. No habrá tajada para todos, menos para los últimos en llegar. Esta fue una voltereta gratis.

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Apreciado doctor Pardo: Antes que todo, mi cordial y liberal saludo. Doy respuesta al mensaje de agradecimiento que he recibido de usted por el constante apoyo que desde mi modesta posición de articulista del periódico EL MUNDO le presté a su campaña. No es la primera vez que lo hago con los candidatos del Partido, pues jamás he defeccionado en mis largos años que vengo sirviéndolo con absoluto desinterés personal, y en mi talante liberal no hallo la posibilidad de que algún día vaya a traicionarlo.

Usted ganó la consulta y en sus manos quedó la bandera, sí, pero no toda la responsabilidad de sacarla victoriosa como algunos copartidarios injustamente lo pretenden, porque con excepción de su fórmula presidencial, doctor Aníbal Gaviria Correa, los demás precandidatos no entregaron toda su voluntad en favor de la causa. Eso fue evidente y no trate usted de excusarlos haciendo uso de su excesiva comprensión. Lo de Gómez Méndez, y hay otros más, es inexplicable, para dar un solo ejemplo de debilidad política y de fácil entreguismo.

Pero tampoco la mayoría de los congresistas elegidos con el voto liberal respondieron como era su deber.

Usted me dispensará por hacerle en este momento una sugerencia o al menos dejarle expresado mi pensamiento de liberal. De verdad creo que no es lo más conveniente celebrar pactos de ninguna naturaleza con el señor Juan Manuel Santos ni ahora ni después de las elecciones del 20 de junio. Sobran las razones que usted conoce mejor que el suscrito, lo cual me absuelve de la necesidad de insistir en ellas. Ahora bien: como consecuencia de esta opinión muy personal, lo más natural es que el Liberalismo se constituya en oposición democrática seria y constructiva pero firme en el Congreso, así como lo ha hecho históricamente en casos similares. El Liberalismo no puede quedar huérfano de programas propios, de metas inmediatas y mediatas que justifiquen su presencia en el escenario de la contienda política. Ciento cincuenta años de vida republicana sería indigno dejarlos perder subsumidos en un partido de ayer, sin ninguna finalidad distinta a la de usufructuar un presupuesto oficial y satisfacer una vanidad personal.

Usted sabe doctor Pardo que Juan Manuel Santos hizo tránsito a un partido distinto, porque la “U” no es liberal de izquierda, ni de centro, ni de nada y, antes bien, en muchas ocasiones en sus discursos e intervenciones públicas, ha atacado con saña sus postulados y dirigencia. Él se ha constituido hoy en el director de la más cruda reacción de la derecha colombiana y eso es diametralmente incompatible con nuestro Partido.

Apoyarlo sería tanto como absolver en bloque las faltas por las cuales el Liberalismo se distanció del gobierno.

Mi pregunta, doctor Pardo, es si vamos a ser en adelante opción de poder o si renunciamos a nuestros derechos legítimos de vivir como liberales, así como lo hemos sido durante más de siglo y medio. Si vamos a tener una Dirección Nacional Liberal que continúe ocupando la Casa del Partido, o si la entregamos en comodato a los escurridizos que salieron en estampida detrás de los puestos y contratos. Me resisto a creer y a aceptar doctor Pardo que este traspié, entre los mil que ha sufrido el Liberalismo a lo largo de su brillante trayectoria más que centenaria, nos suma en la confusión haciéndonos pensar que hemos traspasado la línea del no retorno. Imposible. La consigna de “fe y dignidad” que nos mantuvo dispuestos a soportar una época tan oscura o más oscura que la presente, tiene que repetirse hoy. Por eso mi última propuesta doctor Pardo.

Esta propuesta debe salir de usted y de sus asesores inmediatos: la convocatoria a un Congreso Liberal extraordinario que lo faculte a usted o a quien haya de sucederlo, para proclamar la oposición. Uribe Uribe fue una voz solitaria en el Senado durante la llamada hegemonía conservadora, y la última etapa del gobierno de Mariano Ospina y los cuatro años de Laureano Gómez y Eduardo Zuleta, se ejercieron con los jefes liberales en el exilio y sin su participación burocrática. Sería inconcebible entonces, que no tuviéramos hoy uno siquiera de los congresistas entre los elegidos con nuestros votos, que asuma ese papel. Pero de seguro que no será uno sólo. El Liberalismo no ha muerto.

No vamos a permitir que se nos expida una temprana acta de defunción, menos por quienes carecen de autoridad moral.

Reciba mis felicitaciones por la manera como usted y su compañero de fórmula Aníbal Gaviria Correa condujeron el Liberalismo y mi respeto por la decencia y firmeza que demostraron.

Post Scriptum: 1. Hablando de puñaladas, esta vez al Partido Liberal, dice César: “¿tu también Simón, hijo mío?”. 2. ¡Qué ejemplo el de los congresistas Juan Manuel Galán y David Luna al permanecer leales a su Partido! Ellos tendrán un porvenir político importante dentro del Liberalismo. No se han dejado seducir por el santismo. No se fueron con la recua. 3. Un amigo ex liberal (santista) me pregunta ufano: ¿Qué le pasó al Liberalismo? La respuesta que le di amistosamente fue: Se purgó y expulsó los parásitos que lo enfermaban. 4. No habrá tajada para todos, menos para los últimos en llegar. Esta fue una voltereta gratis.

domingo, 13 de junio de 2010

¿POR QUÉ EL PARTIDO LIBERAL? LA IMPRONTA DE SU ACCIÓN EN LA HISTORIA DE COLOMBIA: PERIÓDICO EL MUNDO


¿Por qué votar por el Liberalismo?
Sergio Esteban Vélez
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Esta semana, estuve conversando con el eminente intelectual y columnista de EL MUNDO Otto Morales Benítez acerca de la coyuntura que vive actualmente el país. Durante nuestra charla, el ex ministro Morales, una de las mentes más ecuánimes de nuestra patria, fue enfático en que los colombianos debemos apoyar al Partido Liberal en esta contienda democrática. El motivo principal para hacerlo, como afirma el doctor Otto, es el reconocimiento y la gratitud que merece el historial de victorias sociales que ha conseguido el Partido, a lo largo de más de 160 años de historia (que podrían ser contados como casi dos siglos, si tenemos en cuenta las proezas de sus inspiradores, que garantizaron la libertad y la seguridad jurídica, desde la consolidación de Colombia como nación).

Quisiera compartir con ustedes el siguiente resumen del palmarés de logros históricos del Liberalismo que me expuso el doctor Morales, que son, sin duda, fundamento suficiente para que todos nos animemos a apoyar al Partido en las elecciones de mañana:

Santander evitó, con gran altura intelectual y política, que prevaleciera la dictadura de Bolívar.

Él fue el verdadero creador de la educación en Colombia, a través de las escuelas y colegios santanderinos, que luego se volvieron universidades, como la del Cauca, la de Antioquia y la de Pamplona.

El Partido Liberal ha predicado una educación gratuita, laica y obligatoria.

Logró eliminar de las Constituciones la pena de muerte y abolió la esclavitud.

Logró aclimatar las elecciones para consolidar la democracia, sin ponerle al elector limitaciones por dinero o por cultura.

Ha creado significativas reformas agrarias. Cuando, por ejemplo, Murillo Toro predicó que la tierra era de quien la trabajaba y no de quien tenía los títulos, se vinieron al suelo las mercedes españolas y se pudo adelantar la colonización del país.

Dio vida a las cajas agrarias y a los bancos ganaderos y obligó a la banca a dar crédito al campesino.

A través de Rafael Uribe Uribe, fue precursor del Derecho Laboral en América Latina.

A las mujeres les garantizó la autonomía para manejar sus capitales y estableció la educación para ellas. Les abrió las puertas de la universidad, les aseguró el derecho al trabajo y les dio el título de ciudadanas.

Creó los institutos para amparar a la niñez y a las madres.

Estatuyó el matrimonio civil, sin necesidad de abjurar de la religión.

Estableció reglas claras para el divorcio y para la defensa de los hijos naturales.

Recuperó para la potestad del Estado colombiano los recursos ambientales.
Logró para el Gobierno la independencia del poder eclesiástico. El Liberalismo es esencialmente laico: no es antirreligioso, pero tampoco está sometido a ninguna religión.

En la Reforma del 36, consolidó el sagrado derecho a la educación, la cual, a través del Concordato conservador, había sido entregada al clero.

Garantizó la libertad en la prensa, en la enseñanza, en la acción pública.

Creó las leyes sociales más trascendentales para la justicia laboral en Colombia, lo mismo que los seguros sociales para la gente sin recursos económicos.

La Revolución en Marcha asentó en Colombia el Estado Social de Derecho, a través del establecimiento de los deberes sociales del Estado y de los individuos.

Fundó los principales institutos de Cultura, como el Caro y Cuervo, Colcultura y el Ministerio de Cultura. Impulsó las exposiciones de Arte y creó las bibliotecas populares y aldeanas.

Organizó la alimentación complementaria, para los estudiantes pobres.

Consiguió separar a la Justicia del poder ejecutivo.

Ha predicado un socialismo de Estado para la aplicación de las tesis de intervención estatal.

No nos alcanza el espacio para hablar de tantas otras ejecutorias fundamentales del Partido de Mosquera, Murillo Toro, Uribe Uribe, Herrera, Olaya Herrera, López Pumarejo, Gaitán y los Lleras. Sería necesario un grueso tomo para la simple enunciación de las invaluables realizaciones de los estadistas del Liberalismo Colombiano.

Pero, después de leer el rápido listado que nos expuso el siempre lúcido doctor Morales Benítez, ¿alguien podrá dudar de la conveniencia de apoyar mañana al Partido Liberal, para ampliar y continuar sus victorias en pos de la justicia social y el bien común?.