martes, 15 de junio de 2010

SUGERENCIAS A RAFAEL PARDO: COLUMNA DE OPINIÓN EN EL MUNDO


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Bernardo Trujillo Calle
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Apreciado doctor Pardo: Antes que todo, mi cordial y liberal saludo. Doy respuesta al mensaje de agradecimiento que he recibido de usted por el constante apoyo que desde mi modesta posición de articulista del periódico EL MUNDO le presté a su campaña. No es la primera vez que lo hago con los candidatos del Partido, pues jamás he defeccionado en mis largos años que vengo sirviéndolo con absoluto desinterés personal, y en mi talante liberal no hallo la posibilidad de que algún día vaya a traicionarlo.

Usted ganó la consulta y en sus manos quedó la bandera, sí, pero no toda la responsabilidad de sacarla victoriosa como algunos copartidarios injustamente lo pretenden, porque con excepción de su fórmula presidencial, doctor Aníbal Gaviria Correa, los demás precandidatos no entregaron toda su voluntad en favor de la causa. Eso fue evidente y no trate usted de excusarlos haciendo uso de su excesiva comprensión. Lo de Gómez Méndez, y hay otros más, es inexplicable, para dar un solo ejemplo de debilidad política y de fácil entreguismo.

Pero tampoco la mayoría de los congresistas elegidos con el voto liberal respondieron como era su deber.

Usted me dispensará por hacerle en este momento una sugerencia o al menos dejarle expresado mi pensamiento de liberal. De verdad creo que no es lo más conveniente celebrar pactos de ninguna naturaleza con el señor Juan Manuel Santos ni ahora ni después de las elecciones del 20 de junio. Sobran las razones que usted conoce mejor que el suscrito, lo cual me absuelve de la necesidad de insistir en ellas. Ahora bien: como consecuencia de esta opinión muy personal, lo más natural es que el Liberalismo se constituya en oposición democrática seria y constructiva pero firme en el Congreso, así como lo ha hecho históricamente en casos similares. El Liberalismo no puede quedar huérfano de programas propios, de metas inmediatas y mediatas que justifiquen su presencia en el escenario de la contienda política. Ciento cincuenta años de vida republicana sería indigno dejarlos perder subsumidos en un partido de ayer, sin ninguna finalidad distinta a la de usufructuar un presupuesto oficial y satisfacer una vanidad personal.

Usted sabe doctor Pardo que Juan Manuel Santos hizo tránsito a un partido distinto, porque la “U” no es liberal de izquierda, ni de centro, ni de nada y, antes bien, en muchas ocasiones en sus discursos e intervenciones públicas, ha atacado con saña sus postulados y dirigencia. Él se ha constituido hoy en el director de la más cruda reacción de la derecha colombiana y eso es diametralmente incompatible con nuestro Partido.

Apoyarlo sería tanto como absolver en bloque las faltas por las cuales el Liberalismo se distanció del gobierno.

Mi pregunta, doctor Pardo, es si vamos a ser en adelante opción de poder o si renunciamos a nuestros derechos legítimos de vivir como liberales, así como lo hemos sido durante más de siglo y medio. Si vamos a tener una Dirección Nacional Liberal que continúe ocupando la Casa del Partido, o si la entregamos en comodato a los escurridizos que salieron en estampida detrás de los puestos y contratos. Me resisto a creer y a aceptar doctor Pardo que este traspié, entre los mil que ha sufrido el Liberalismo a lo largo de su brillante trayectoria más que centenaria, nos suma en la confusión haciéndonos pensar que hemos traspasado la línea del no retorno. Imposible. La consigna de “fe y dignidad” que nos mantuvo dispuestos a soportar una época tan oscura o más oscura que la presente, tiene que repetirse hoy. Por eso mi última propuesta doctor Pardo.

Esta propuesta debe salir de usted y de sus asesores inmediatos: la convocatoria a un Congreso Liberal extraordinario que lo faculte a usted o a quien haya de sucederlo, para proclamar la oposición. Uribe Uribe fue una voz solitaria en el Senado durante la llamada hegemonía conservadora, y la última etapa del gobierno de Mariano Ospina y los cuatro años de Laureano Gómez y Eduardo Zuleta, se ejercieron con los jefes liberales en el exilio y sin su participación burocrática. Sería inconcebible entonces, que no tuviéramos hoy uno siquiera de los congresistas entre los elegidos con nuestros votos, que asuma ese papel. Pero de seguro que no será uno sólo. El Liberalismo no ha muerto.

No vamos a permitir que se nos expida una temprana acta de defunción, menos por quienes carecen de autoridad moral.

Reciba mis felicitaciones por la manera como usted y su compañero de fórmula Aníbal Gaviria Correa condujeron el Liberalismo y mi respeto por la decencia y firmeza que demostraron.

Post Scriptum: 1. Hablando de puñaladas, esta vez al Partido Liberal, dice César: “¿tu también Simón, hijo mío?”. 2. ¡Qué ejemplo el de los congresistas Juan Manuel Galán y David Luna al permanecer leales a su Partido! Ellos tendrán un porvenir político importante dentro del Liberalismo. No se han dejado seducir por el santismo. No se fueron con la recua. 3. Un amigo ex liberal (santista) me pregunta ufano: ¿Qué le pasó al Liberalismo? La respuesta que le di amistosamente fue: Se purgó y expulsó los parásitos que lo enfermaban. 4. No habrá tajada para todos, menos para los últimos en llegar. Esta fue una voltereta gratis.

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