viernes, 11 de junio de 2010

LA CORONACIÓN DEL MIEDO: ANA CRISTINA RESTREPO EN EL COLOMBIANO

La coronación del miedo

Ana Cristina Restrepo Jiménez |

El Colombiano

Medellín | Publicado el 9 de junio de 2010

Yo los vi en las urnas. Sin aspavientos, el Mono Jojoy y el fantasma de Raúl Reyes hicieron la fila, y, en el cubículo, les susurraron a los sufragantes.

En Colombia, las jornadas electorales se han convertido en una masiva pesca milagrosa. Nos dejamos encadenar el voto por un miedo que nos mueve, nos domina. Y no me refiero a los votantes del Partido de la U, los Verdes padecen el mismo mal, sólo que creen en un remedio distinto, en una medicina alternativa.

La historia ha logrado que cada sociedad le erija un trono a un miedo particular (es obvio, el "Coco" que nos asusta a todos es pagar más impuestos): en Inglaterra no mencione la palabra "mortgage" (hipoteca), en Estados Unidos "recession" (recesión, temor que reemplazó al "terrorismo"), y en Colombia "Farc" (seguridad)?

Amedrentadas o disminuidas: ahí siguen las Farc. Y lo cierto es que el proyecto de Seguridad Democrática tiene un poder real, superior al de "eliminar" de hecho a la guerrilla del territorio colombiano, y es el de aplastarla en el imaginario colectivo.

¿Acaso los votantes de Santos conocen sus propuestas de medio ambiente?

¿Los de Mockus han analizado sus políticas agrarias?

No. Sólo interesa erradicar la violencia y, si se mira en profundidad, más que el pánico a la guerra, el sentimiento de base es el miedo a la diversidad: asumir la diferencia ideológica, aceptar que no nos conviene dividirnos entre "malos y buenos"; y acatar tratados internacionales, basados en experiencias previas, de necesaria aplicación en nuestro conflicto.

El tratamiento polarizado del factor seguridad es, además, uno de los culpables del lamentable concepto que manejamos del ejercicio de la política en Colombia; donde se tacha a todo político (sin distinción) como "pillo", y los que incursionan en el ruedo electoral, temen ser identificados como "políticos".

La semana pasada nos dieron siete puñaladas de pavor en la vía Pasto-Tumaco: ¿Para denigrar de la Seguridad Democrática o para recordar que se sigue necesitando? Hemos hecho de la violencia el As del juego electoral.

El miedo y el hambre no son pilares firmes para construir un proyecto colectivo de país. Un voto con hambre no es válido, como representación de una posición ideológica. El voto con miedo coarta la libertad de pensamiento.

Sin apasionamientos: ¿Por quién hubiera votado usted en primera vuelta si no existieran las Farc?, ¿Cuáles son nuestras necesidades, distintas a acabar con el secuestro y la violencia en el campo (y, sobre todo en la ciudad, porque, además, somos indolentes)?

Pero las Farc existen? y bajo este régimen de terror, nos es imposible devolvernos en la cadena, mirar atrás, y evaluar salidas alternativas.

Que ningún Lord pierda su casa ni el Tío Sam su plata ni el colombiano la sensación de seguridad: ¡que el miedo reine en su trono!

La democracia es tan imperfecta como el hombre mismo; y sus flaquezas, en el caso colombiano, nos aseguran una única corona: la de espinas.

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