domingo, 4 de julio de 2010

LOS PARTIDOS Y EL VOTO DE OPINIÓN: EUGENIO PRIETO EN EL MUNDO


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Los partidos y el voto de opinión
Eugenio Prieto
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Las coyunturas y la creciente competencia electoral, así como el papel que juegan la opinión y los medios de comunicación en la vida pública nacional, exigen a quienes pretenden ocupar un cargo de elección popular prepararse para enfrentar el reto en las mejores condiciones.

Una vida transparente, llena de experiencia, colmada de logros en la academia, en la empresa privada o en la administración pública, acompañada de una estrategia electoral para la transmisión y difusión de ideas, planteamientos, programas y mensajes únicos, relevantes, que permanentemente fortalezcan la confianza y credibilidad ciudadana, que aporten coherencia a la propuesta y a la candidatura, serán clave de éxito de una campaña política.

No puede confundirse la construcción de la táctica electoral con acciones ilegales o politiqueras. Persuadir, convencer a los electores de que se tienen las propuestas más relevantes y la capacidad para impulsarlas, sin que ello signifique forzar su voluntad o incidir en su libre y democrática determinación, se convierte en el más importante objetivo estratégico. Por ello, la capacidad profesional y técnica de quien ejerce una candidatura, no puede dejar de lado la estrategia comunicacional y política para llegar al criterio del votante.

La planeación estratégica, la comunicación efectiva, la ejecución de unos objetivos generales de campaña y la consolidación de un posicionamiento ideal, serán garantes de una posible victoria. Quien asume una candidatura debe analizar e intentar comprender el nivel de cultura política existente, cuales son las situaciones que inquietan, motivan o mueven al electorado, para saber argumentar y sustentar la propuesta ante cualquier auditorio en términos horizontales sin que ello indique perdida de altura argumentativa. No puede olvidarse que durante la campaña, la opinión pública, permanentemente analiza, evalúa, elabora criterio y decide.

Algunos partidos políticos o movimientos independientes en Colombia han optado por depender estrictamente del voto de opinión como instrumento único de opción de poder, desconociendo otras realidades sociales, electorales y políticas de los conciudadanos. El voto de opinión, aquel reflexivo, consciente, informado y racional, es un voto que parece técnico si analizamos la condición cultural del electorado colombiano, es un instrumento democrático que exige un estudio juicioso de programas, propuestas, candidaturas, partidos políticos, realidades sociales, económicas y políticas, ejercicio que no adelanta el ciudadano común si no tiene a su alcance mecanismos de apoyo en su análisis, de acompañamiento en la elaboración de criterio y en la posterior toma de decisión.

La actividad y realidad política de Colombia demanda una logística, una estructura, una base democrática que entrega una institución como lo es un partido político. Tal y como lo han demostrado los diferentes ejercicios electorales del 2010, aferrarse y apelar sólo al voto de opinión es una ingenuidad que se paga caro. Así que el voto de opinión no se contrapone a la existencia y militancia con un partido político. Es más, el partido político requiere de sus miembros un juicio racional y critico constante, de una reconstrucción fluida de sus propuestas y al mismo tiempo, la eficacia del voto de opinión exige una estrategia electoral y organización de partido para triunfar ante las maquinarias corruptas e ilegales.

Mi opinión no pretende descalificar la capacidad política del elector colombiano, ni mucho menos generar la desconfianza en el ciudadano que alimentaron Reyes y Caro al finalizar el siglo XIX. Pero si, partir de unas realidades inocultables que hacen objetivo un estudio del nivel de cultura política en Colombia. El buen juicio y el adecuado examen de las premisas del voto de opinión no dependen exclusivamente de la capacidad económica, del color político, de la raza o de la condición social, pero sí exige un proceso racional indicador de madurez política. Este buen juicio implica una decisión libre y autónoma, conocer los alcances de la decisión que se va a tomar, analizar con detenimiento la propuesta y el nexo de esta con unas formas limpias de ejercer el poder.

Sin partidos políticos no puede entonces haber democracia. Ellos estructuran y transmiten la opinión pública, comunican demandas a los poderes públicos, transforman las instituciones políticas, propician el control público del poder político y la influencia de los ciudadanos en las decisiones públicas, facilitan la integración y legitimación del sistema político o canalizan las protestas contra un sistema político determinado. Pero requerimos mayor democratización y transparencia de los partidos políticos. Los bajos niveles de participación son en parte una reacción ante el estado de desconfianza actual en los partidos y en las instituciones políticas.

Deben por tanto los partidos políticos colombianos no eludir o evadir sus responsabilidades convirtiéndose en espacios privilegiados para el provecho politiquero sino fomentar una cultura política de construcción y fortalecimiento de ciudadanía, como condición especial del elector, no solo de sus miembros, hasta lograr un voto de opinión que sea expresión connatural de partidos políticos incluyentes, abiertos, participativos, democráticos.

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