domingo, 10 de octubre de 2010

OTTO MORALES BENÍTEZ: “He sido un luchador de intemperie” ; ENTREVISTA EN EL PAÍS DE CALI

“He sido un luchador de intemperie” ;
Otto Morales Benítez

 - Foto: Colprensa | Elpais.com.co
Foto: Colprensa | Elpais.com.co
| Por: Margarita Vidal | El País-Cali
Domingo 3 de octubre de 2010

Es el carcajeador por antonomasia. Con una carcajada de dientes un poco anárquicos, abarcadora, integral, que le sale -dice-, “de un surtidor que tengo en el alma", y que se le prende a uno con la misma alegre pertinacia del olor a pan en el horno (¿habrá algo más placentero?) y de otros mágicos olores de la infancia, (remember Proust), por aquello del "paraíso perdido", sobre todo en un país martirizado como el nuestro.

Y es que en Otto Morales (el gran Otto) la alegría de vivir es una constante que le ha permitido llegar a los 90 años en un estado físico envidiable, con 128 libros publicados y otros 40 esperando editor.

Aparte del ejercicio intelectual que eso implica, la vida política de este hombre ha sido insular. Siguiendo la sabia prevención de su padre, don Olimpo, contra la “empleomanía”, en su carrera política Otto aceptó menos cargos que los que rechazó: Secretario de Ferrocarriles de Caldas, en su lejana juventud, Secretario de Gobierno del mismo departamento, Rector de la Universidad de Medellín, miembro de la Dirección Liberal Nacional, Senador de la República (año 67), Alcaldía de Manizales, Ministerio de Gobierno (año 82), miembro de la Asamblea Nacional Constituyente y un largo etcétera. Aceptó, sí, ser jefe liberal de debate, porque "era para entrar a la liza política y yo he sido un luchador de intemperie".

“Yo no conocía a nadie, pero como era una cosa que me comprometía, agarré un carro y me fui por los 42 municipios de la época. Dormía bien en el carro para llegar alegre a los pueblos y reunir a los jefes. Los conocí a todos; eso me dio muchas amistades y levanté mucha solidaridad. Pero es que, además, a mí me gusta mucho la gente de todos los órdenes, la más disímil, porque cada persona tiene algo para enseñar y su compañía resulta creadora y muy enriquecedora".

De allí en adelante fue Secretario General de Alberto Lleras Camargo, quien posteriormente lo nombró en la Comisión Investigadora de las Causas de la Violencia, dos veces ministro de Estado (Trabajo y Agricultura), presidente de la Comisión de Paz creada por Belisario Betancur.

Liberal hasta el tuétano, a los 13 años ya había pronunciado su primer discurso público en Riosucio, Caldas, su patria chica, y fundado ‘La Guardia Roja’, una asociación de muchachos que leían y tertuliaban y que iban, de vereda en vereda, explicando qué era la ‘República Liberal’, como pregoneros de unas ideas libertarias que él ha conservado y practicado toda la vida.
“Ideas liberales con un acento de Izquierda, como eran las del partido de entonces, no porque sus jefes, López Pumarejo, Darío Echandía, Jorge Eliécer Gaitán, Gabriel Turbay o Carlos Lozano, fueran marxistas, sino porque venían de una raíz que era la nueva interpretación de la política y de la historia. En esa época, al Partido Liberal no le daba pena ser de Izquierda, como ahora, metido en el neo-liberalismo y la globalización que tantos desequilibrios han creado".

Otto Morales es historiador, catedrático, periodista, escritor y ensayista, pero jura y perjura que aún no ha "cometido" versos, a pesar del poeta dormido que todo colombiano tiene dentro. Por sus ojos y oídos ha pasado la historia social, económica, cultural, política y de violencia del país, de la que ha sido testigo excepcional por casi un siglo.

Estudioso profundo del tema guerrillero, como presidente de la Comisión de Paz, un día el taxi en que iba, paró en un semáforo y un amigo se agachó para decirle: “Otto Morales Benítez, vos eres un hombre muy querido y respetable, pero no es lógico que aceptes ser presidente de esa Comisión, para hablar con unos bandidos ‘tal por cual’”.

Otto respondió que su vocación era ayudar siempre al país, en lo que estuviera a su alcance. El tipo lo increpó: “Hombre, eso es muy bonito, pero vos ¡sos un imbécil Otto Morales Benítez!.
Tirofijo me mandó después una nota diciéndome que quería conversar conmigo, y fui.

Era un campesino inteligente, muy cauteloso -dormía y comía con su tropa-, hablaba poco pero contestaba con claridad. Como yo madrugaba mucho, caminábamos por los potreros.

De pronto me dijo: "Yo quiero hacer la paz porque Colombia no puede seguir con este desorden. Las guerrillas creamos un desorden nacional muy grande y yo no quiero seguir en eso. En segundo lugar, usted ha visto que nuestra gente es muy joven, muchos son hombres y mujeres profesionales y nosotros los estamos sacrificando inútilmente. Los que quieran entrar a la política, que entren. Yo no podré hacerlo, porque me acusan de muchos crímenes y me matarán; tendré que pensar cuál es mi vida, después de que firme la paz".

Como lo cuento en mi libro ‘Papeles para la Paz’, ellos prometieron llegar a la paz, no secuestrar más.

Fue la primera vez que se hizo una conversación directa con las Farc. La política del presidente Betancur fue básicamente entendimiento directo, pero le quiero contar, Margarita, que resultó muy difícil porque a esa política se oponían todos, empezando por muchos ministros del gabinete, que a Belisario no le decían nada, pero a mí me lo manifestaban.

El sector económico era enemigo de cualquier entendimiento y lo mismo la Iglesia. Por eso cuando me retiré dije que había enemigos agazapados de la paz, dentro y fuera del gobierno. No en el Ejército, que nunca puso dificultades. No, la sociedad civil era la que se oponía.

El presidente Betancur tuvo mucho valor en insistir en esa política y todo lo que se logró posteriormente en los gobiernos de Barco y de Gaviria, fue consecuencia de ello”.

De suerte que no es raro que en este momento, en que hay un clima especial, creado por el presidente Santos, de equilibrio en las relaciones internacionales, en las relaciones con los partidos políticos, en la forma como está manejando el Parlamento, de demostración de que el gobierno no baja la guardia, sea el propicio para conversar.

No tengo temor de decirlo, yo creo en la paz pactada, que puede llegar a tener éxito. Hay que ensayar todos los caminos, sin empeñarnos en una sola línea”.

--Pero los colombianos detestan las traiciones de las Farc a todos lo acuerdos, como el Caguán, como a la tregua con el gobierno de Betancur, cuando pasaron de 20 frentes a tener casi cien en las décadas siguientes…

--Eso no se debe a Belisario, se debe a que el Congreso dictó una amnistía sin ninguna restricción. Recuerde que, posesionado Betancur, el Congreso aprobó un proyecto de Ley de Amnistía que presentó Gerardo Molina, que era senador, y lo aprobaron sin ninguna limitación.

Carlos Lleras Restrepo, como presidente de la Comisión de Paz del gobierno anterior, el de Turbay, había redactado la reglamentación del artículo 28 de la Constitución del 86, que establecía la detención de la gente sin término de tiempo, sin haber recibido la condena, o siquiera la sindicación.

Redactó también una amnistía condicionada, en la que a los subversivos se les daría la amnistía, pero frente a un juez, ante el cual se comprometían a presentarse periódicamente. Entonces dijeron: "Esas son carajadas de Lleras, la amnistía es total".

--Alberto Lleras pacificó el país, usted estuvo en esa tarea. ¿Cómo la recuerda?

--El Frente Nacional propuso una política de entendimiento para retornar a la democracia y que la gente escogiera presidente. Debía haber además una política social, una reforma agraria, una reforma laboral.

Con la Comisión Investigadora recorrimos el país durante año y medio y no hubo grupo con el que no habláramos. Nadie sabe la paciencia, la dedicación, el respeto a la gente, que hubimos de tener porque, como éramos enviados del gobierno, temían que los mandáramos a la cárcel y se escondían.

Habría que destacar tal vez la desconfianza de los civiles hacia el Ejército y la Policía. Otra cosa, que me incomoda decirla, fue que encontramos sacerdotes cercanos a los llamados ‘pájaros’, y otros que, desde el púlpito, predicaban que la muerte de los "herejes" -los liberales-, era un castigo divino.

Todo eso creó una atmósfera de descomposición moral que no ha habido forma de superar totalmente. Pero Alberto Lleras logró la pacificación del país que perduró casi dos décadas. Esa es la realidad.

--Hubo promesas que no se cumplieron.

--En el gobierno de Valencia mataron muchos guerrilleros, de los que se habían acogido al plan de paz. Se creó la Oficina de Rehabilitación, que fue atacada desde el principio por Álvaro Gómez Hurtado, porque decían que era para premiar guerrilleros.

En realidad se trataba de comisiones muy importantes: una, de los diez más importantes juristas del país para examinar el tema de la tierra, porque los conservadores se habían tomado tierras de los liberales y viceversa, y había que restituirlas, o dar indemnización del Estado, responsable de esa violencia. Había otra de médicos especialistas en terapia de grupo, para tratar que la gente se descargara y atenuara sus resentimientos y lograra volver a la concordia y la convivencia. Una comisión grande de antropólogos, para investigar, estudiar y hacer recomendaciones sobre cuáles eran las causas de la situación en cada una de las regiones. Un grupo de ingenieros para establecer las necesidades en escuelas, en hospitales, comunicaciones (había grandes regiones incomunicadas), carreteras, caminos vecinales, aeropuertos.

Todo eso había que diseñarlo, porque nadie sabía qué había, ni tenía conciencia de qué estaba pasando, ni por qué. A medida que iban surgiendo nuevas necesidades el gobierno integraba comisiones de expertos.

Eso lo destruyó la oposición de Gómez Hurtado y se le hizo un daño muy grande al país, porque la gente pensó que la habían abandonado y mucha volvió a organizarse. Álvaro y su grupo empezaron a predicar lo que llamaron el problema de las "repúblicas independientes", que no existían en el país, pero el presidente Guillermo León Valencia lo creyó y se comprometió a acabarlas.

Yo había ido unas 20 veces a Marquetalia, que era una herradura con una sola salida muy estrecha. Con un solo guerrillero atajaban un ejército. ¿Qué pasó? mandaron 25.000 soldados y luego El Tiempo publicó que habían logrado recuperar las tales repúblicas independientes. El hecho es que de allí salió lo que hoy son las Farc.

--¿Qué explica la actitud de Gómez?

--Era el candidato conservador, tenía mucha influencia, mucho poder y mucha inteligencia. Por otra parte, Marulanda (Tirofijo), no se sabe orientado por quién, siguió adelante. De pronto el Partido Comunista - plena Guerra Fría- empezó a ayudar a la guerrilla colombiana, de modo que ésta se robusteció y cogió mucho poder. No hubo un solo jefe comunista detenido porque no se podía probar nada, pero estaban actuando y realizando tareas muy importantes.

Aparecieron varios países a colaborarles, -algo que no hemos investigado suficientemente-. Eso, contado a grandes rasgos, dio como resultado la organización de las Farc.

--Ustedes iniciaron en los gobiernos de los dos Lleras una Reforma Agraria que se frustró, ¿por culpa de quién?

--Se aprobó la ley, empezamos a adecuarla y hubo una circunstancia que el país no sabe casi: eligieron en el Congreso a casi todos los que habían atacado la reforma y que tenían la misión de torpedearla desde el comienzo; luego vino el Pacto de Chicoral, gobierno de Misael Pastrana, y la liquidó, fue fatal para el país. Inclusive algunos liberales ayudaron.

--¿Qué le augura al proyecto de Santos para devolver las tierras usurpadas a sus dueños?

--Allí van a encontrar dificultades: que muchos no quieran regresar porque los enemigos siguen cerca, otros demandarán préstamos para hacer la tierra productiva, el lío de la titularización de predios, en fin, una enorme acumulación de problemas.

El gobierno tendrá que tener una gran paciencia y nombrar gente muy versada en el manejo de conflictos, que logre crear una atmósfera propicia y evitar tropiezos y confrontaciones militares. Sin olvidar la oposición, abierta o soterrada, que harán desde y fuera del Congreso, los eternos enemigos de una reforma de esa naturaleza.

Este gobierno pasará a la historia si logra retornar el campo a esa vocación, porque el trabajo del agricultor no es fácil. Yo mismo sembré, en otros tiempos, una finca grande que heredé de mi padre, con maíz y yuca. Me ausenté un mes y cuando regresé, me dijo el mayordomo: "Don Otto, desde que usted se fue no llueve y se dañó la cosecha, es que desde que tocaron la luna, ¡esto se jodió!". (Gran carcajada).

--Dando un giro amplio, ¿cómo era su amigo, Eduardo Santos, tío-abuelo del actual mandatario?, de quien dicen es su ejemplo porque Juan Manuel también quiere pasar a la Historia.

--Alberto Lleras calificó el gobierno de Santos como el mejor de la República Liberal. Era un gran señor, hombre de mucho equilibrio. Jefe del Liberalismo muchas veces. Santos acababa de posesionarse cuando estalló la Segunda Guerra y no pudimos volver a vender un grano de café, porque los submarinos de Hitler torpedeaban los barcos. Santos, que era amigo de Roosevelt le dijo: “Necesito que me garantice compra de café a un precio estable, porque no podemos desatender a los millones de campesinos que viven del grano”.

Fue cuando se logró el Pacto Cafetero y se formó el Fondo Nacional del Café, que ha salvado el café desde entonces. Además, cuando en la Conferencia de Yalta, Roosevelt, Stalin y Churchill, le dieron carpetazo a las organizaciones internacionales regionales, Santos llamó de nuevo al presidente norteamericano y le planteó que eso acababa con la Organización Panamericana (hoy la OEA), de la que no podíamos prescindir. Roosevelt habló con Churchill y envió a la Conferencia de Chapultepec, a su Secretario de Estado, quien intervino para salvarla.

--¿Y por qué era tan amigo de Roosevelt?

--Porque cuando terminó la segunda guerra y Europa quedó en la miseria más horrible, vino el Plan Marshall. Roosevelt llama a Santos y le dice: “Usted debe presidir en América Latina la comisión para conseguir dinero para ayudar a la reconstrucción de Europa”.

Es un momento luminoso de Santos: los discursos que pronunciaba, la admiración y el respeto con que lo recibían en todas partes y el éxito que tuvo en su tarea. Eso sí, donde había dictaduras, se enfermaba, y mandaba al Vicepresidente de la comisión a hablar con Perón, con Stroessner, con Somoza, en fin. Santos era de una sola pieza y tenía gran sentido del humor.

Recuerdo que cuando Gaitán nos ganó a los liberales en las elecciones de Congreso (1947), dijo: “Hay que reconocer, ya, el éxito de Gaitán, no conviene que haya varias voces liberales. Hablarán en la Asamblea Departamental Luis López de Mesa, Carlos Lozano, José Joaquín Castro y Roberto Posada García-Peña, ¡para que vean que nos volteamos con El Tiempo y todo! Risa, (de Santos. Carcajada,de Otto).

A Gaitán llegué a conocerlo bien. Recuerdo que una vez, en Cartagena, oyó mis carcajadas, y volviéndose hacia mí, dijo: "Doctor Otto, ¿de dónde sacó usted esa "sonrisa" de Monalisa?". La risa fue general.

--Una pregunta personal: Usted tan simpático y conversador, fue un gran esposo pero me dicen que coqueto...

--Le contesto con una anécdota que me sucedió durante una entrevista en El País, de Cali, donde yo tenía muchas y muy bonitas amigas. Al final vino una pregunta "personal", y yo dije, "no contesto preguntas personales". Todas mis amigas empezaron a gritar: "contestá Otto, ¡no seas flojo, no seas cobarde"! Me tocó, y la periodista me dice: "usted tiene fama nacional de ser muy buen marido y fiel. ¿Cómo ha hecho"? Le dije: "Teniendo amigas que no cuentan". Carcajada.

Cuando Libia mi mujer, lo leyó, vino, me dio un beso y me agradeció por las amigas que había conseguido. ¿No le parece una maravilla? Un día que me invitaron a tomar aguardiente, me dijo: no te emborrachés porque te tirás la rasca en que vivís, hablando y riéndote duro. No te vas a tirar tu rasquita natural.

Y se reía, con el humor de los Benítez, que mi hijo Olimpo tiene muy destacado. Un día que yo había tomado Milanta y le pregunté si había quedado blanco, él me tomó por los hombros, me miró y me dijo: "Papá, perdé toda esperanza". Gran carcajada final.

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